Contemplo con qué destreza baja la montaña abrupta y su agua discurre, cantarina, entre breñas y cañaverales fragosos. Entona una canción fresca como el agua que contiene mientras esas suaves notas llegan hondo a mi corazón. En esta dulce mañana otoñal me extasío observándolo mientras el sol desciende amoroso prodigándole calor, los pájaros le cantan sus endechas y los sauces se inclinan a su paso en actitud de reverencia. Proporciona bienhechora linfa, elixir de vida, sin inquirir nunca quién es su destinatario ni de dónde viene aquel que la beberá.
Delia Checa - D. A. R.
Mendoza, Argentina
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