Desde su hamaca ella mira
pasar las estaciones,
las vidas desmedidas
y los días apagados
en un sueño…
Un eco va dejando
todo en su corazón
marchito…
Observa en la lejanía,
melancólica,
sus vivencias,
la indecible tristeza
de un amor frustrado…
La muerte de seres que amó
y que sembraron de congoja
épocas de su existir…
Y aquella remota juventud
cuando la vida fluía
con febril impertinencia
en que con dorados
pasos de bailarina se deslizaba
al encuentro de su amado.
De ese larguísimo olvido
es posible que recupere
algunos nombres
o el impalpable
polvo de las cosas…
Quizás, al regresar
de ese profundo pasado,
un temblor adolescente
agite su pecho
al rescatar como trofeo
algunos rasgos
de un rostro amado.
Tras esa profunda
incursión en el pasado
mira las arrugas de sus manos
y la ruina de su cuerpo
y sonríe con tierna paciencia
mientras se sumerge nuevamente
en las sombras del ayer…
Delia Checa
De mi libro “Perfiles de Mujer”
Mendoza, Argentina
2015
Comentario
Te agradezco de corazón, Gloria, tus hermosas y sabias palabras.
Abrazo desde Argentina.
Hermoso y profundo relato de una sabia anciana, triste realidad, por eso hay que disfrutar en su debido tiempo la vida al máximo. Un placer disfrutar de la lectura querida autora, un fraterno abrazo desde México.
Muchas gracias, Beatriz, por tu bello y sabio aporte. Totalmente de acuerdo.
Hay que vivir a pleno hasta el último día.
Triste retrato de una anciana que ha perdido la alegría.
Pero no todas las ancianas somos así. Jajaja.
Yo tengo toda la alegría que voy sumando día a día por el orgullo de vivir (no de durar) Y me río y canto y juego. La vida no se apaga con los años, se apaga cuando no tenemos sueños.
A las sombra hay que tenerlas lejito.
Es un buen retrato de algunas mujeres. Precioso
Abrazos
Muy agradecida, Beatriz, por tus siempre sabias palabras. Tienes mucha razón, llegar a una dependencia total, convertirse en una carga y estorbo sería un final muy triste.
Abrazo.
Exactamente así es... bueno qué nos quedaría?
Todo va en detrimento nuestros huesos, piel y hasta la mente. Ley de la vida, todo tiene su etapa, la niñez, juventud, madurez, senectud.
A veces me pregunto ¿Qué es mejor: morir relativamente joven o llegar hasta casi al final de la ancianidad? No me gustaría éste último, es vegetar. El hombre vale por sus pensamientos y a esas alturas hasta el pensamiento nos traiciona.
Tenemos muchos Judas sin ser Cristo en nuestro interior, nos traicionan las fuerzas, los huesos, la piel, la mente y hasta los esfínteres finalmente. Hum... nada grato! Nos volvemos un estorbo que necesita cuidados. No, eso no debe ser nada grato!
Gracias mi querida Delia por esta asertiva descripción.
Besos
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