COMPRENSIÓN DEL ARTE
(“Pero lo que se necesita
Para representar el acto del hombre que hace,
Es representar justamente
La serenidad y la oscuridad, El llanto y la sonrisa”.
Francesco Carnelutti)
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La idea de creación domina el concepto de arte. Todas las obras del hombre pueden ser aprehendidas con los sentidos y llevadas por el intelecto a su comprensión total, distinta cada vez en la apreciación del contemplador. La acción pura del hombre puede ser también arte. Así como el acorde en música lo da la combinación de tres sonidos simultáneos de diferente altura, para producir la armonía, el quehacer humano puede ser también creación de arte. Todo se inicia en el acto del creador que permite que la maraña de sus impulsos tomen un sentido de orden y armonía: el llamado cosmos, cuyo uso se ha extendido con otras significaciones.
De ese esfuerzo por el orden nace la creación artística.
Todas las expresiones del arte han sostenido la diatriba de cuál de ellas es verdadero arte. En las artes literarias es difícil la controversia, porque la palabra como entidad significante desdobla su presencia entre forma y sentido o contenido, y su pureza se contamina con la savia de la vida, sus contradicciones y logros. El fondo y la forma, aquél como potencial posibilidad que halla en la forma el medio de realización. El arte es forma ante todo, es movimiento de lo estático, espíritu como idea y pensamiento, alma como principio formativo de la materia.
El escritor español Vicente Verdú dijo que en literatura sólo lo es la poesía y la filosofía, porque la dramaturgia es protonovela y la novela protocine. Esta afirmación puede tener de cierto el juego implícito en las mismas palabras expresadas por Verdú: un efecto buscado, pero se siente como un gemido del comentarista al hacer tal afirmación, porque la división de los géneros ha sido desplazada para dar lugar a una unidad de todas las artes, sin que ninguna levante la mirada por encima de las demás.
El mundo de hoy nos ofrece una visión de conjunto de todas las artes. Baudelaire pretendió que los perfumes, los colores y los sonidos se correspondiesen. La sinestesia de todas las impresiones causadas por el arte en una sola: la obra de arte total.
La lírica no es ya exclusiva de la poesía o la música. La hallamos en el cine, la novela o en el cuento literario. La ópera sería quizás la prueba de lo dicho. Rey Lear, de Shakespeare, puede ser expresión literaria o teatral, lleva consigo distintas expresiones del arte.
Se ha dicho que puede leerse El Quijote de muchas maneras: una directa y anecdótica, otra cabalística que viene dada por los símbolos que Cervantes tomó de la Cábala hebrea. Toda creación de arte ofrece esta diversidad. La apreciación del mundo que hace el poema es la diversidad casi infinita de la vida y su final unidad en la sustancia del universo.
La aparición de Internet en el mundo de las comunicaciones hizo temer la desaparición de la literatura. Se dijo que cada vez más la televisión y otras formas de comunicación, de las cuales Internet lleva delantera, han venido a reemplazar al libro impreso, y especialmente su forma idealizada: la literatura. Con fina ironía, el ensayista albin Kernan, expresó que el alfabetismo, del que depende la creación literaria, ha disminuido a tal punto que puede hablarse de “crisis del analfabetismo”.
Todo eso se queda allí ante la marcha indetenible de la palabra escrita, que nunca podrá ser sustituida por ninguna forma de comunicación, aunque estas nuevas expresiones tengan ganado su puesto. La variabilidad de la palabra, su significado cambiante y adaptable, dirigirán siempre la relación entre los hombres, y a su lado estará el arte como género de comunicación exclusivo de la creación humana.
Sin embargo, las diversas expresiones del arte pretenden exclusividad. La música es el ejemplo más cercano. Cuando en la filosofía moderna se impuso el término “en-si” como expresión del todo (o de Dios), del cual emergen los seres individuales, la música dijo que ella es la energía “en-si”, no como idea sino realidad. Casi como la misma definición de Dios: Imitatio Dei. La sucesión vigorosa y variada de los movimientos musicales se sitúa exclusivamente en el tiempo: lo divide, lo organiza, lo devuelve al inicio. Y eso es la expresión de algo único en el arte porque sintetiza en un solo impulso la polifonía simultánea del mundo. La palabra escrita no logra una perfecta polifonía; ella se presenta en forma diacrónica.
Si pusiésemos atención sobre una obra de arte en particular, quizás nos sorprendería descubrir que en el fondo de todas hay un elemento común: “Más valdría pretender separar el fuego de su alimento”, dijo Romain Rolland. ¿Qué separa un cuarteto de cuerdas de Beethoven de Macbeth? Ambos desarrollan una tragedia y una pasión; a veces con atisbos de alegría. La sustancia de todas las artes es la misma: el esfuerzo del ser por realizar una armonía; orden y armonía: Cosmos.
Vemos, pues, que toda creación de arte es individualización de los fenómenos que nuestras percepciones reciben. El artista destaca de la corriente de los hechos que migran sin concierto aparente, una acción aislada que el creador constituye en objeto de contemplación para buscar la perennidad. Thomas Mann analiza la posición de Schopenhauer y nos dice: “En materia de arte priva la consideración de las cosas independientemente del principio de razón”. Intuición mágica y primordial de los fenómenos con los que chocamos a diario, individualización, con fines universales, de todo lo que significa el hombre: un humanismo estético para resaltar su presencia en el mundo. “Si no estás sumido en las grandes corrientes del subsuelo que enlazan y animan a todos los seres, si no te preocupan las magnas angustias de la humanidad, no eres poeta”, exclamó José Ortega y Gasset. Se funde el pensamiento de Schopenhauer con una idea universal del arte.
Al recapitular lo dicho, nos enfrentamos a una realidad que contiene todo lo que el arte expresa. Esa realidad es la cultura, sustancia que conjuga las funciones de la vida humana. Es la interrelación entre religión, filosofía, moral, derecho, arte; la realización del plexo valorativo que sustenta la vida social en un cosmos: orden y armonía.
Y el arte puede ser la membrana envolvente de todas esas funciones de la existencia, porque juntas representa los valores de la humanidad en acción trascendente, del mismo modo en que la Justicia procura con sus instituciones el equilibrio social por la seguridad de la colectividad. Cada estilo artístico constituye el intento de captar en la realidad de sus creaciones nuevas cualidades estéticas. Sin exagerar, podemos decir que el arte es lo que mejor explica al hombre.
Queda todavía este planteamiento: si el arte es sustancia, membrana que cubre y colorea los actos humanos trascendentes, ¿no quedaría mejor situado fuera del conjunto de actividades del hombre, para constituir la argamasa que une resquicios y forja símbolos? De este modo habrá arte en el pensamiento filosófico de Platón o de Kant, y será arte el discurso de Erasmo y la oratoria de Cicerón. Y hasta las ideas lógicas del jurista que edifica el código civil pudieran obtener el calificativo de arte.
El arte tiene como base la interpretación. Con la visión o la idea del creador se funda un mundo diferente y propio. Es la interpretación la que procura inmanencia a la producción artística. Quien interpreta es un mediador y conduce a la conjunción entre el receptor y el artista, para transformarla en carácter (belleza o fealdad, pero carácter) y llegar a la mágica palabra: Arte.
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ALEJO URDANETA
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Alejo querido, que gran ensayo, completo, educativo y profundo nos dejas.
FELICITO TU PLUMA GENEROSA Y LLENA DE SABIDURÍA.
UN FRATERNAL ABRAZO.
Leerte es aprender.
Gracias por ser como eres.
Shalom amigazo
¡Maravilloso ensayo, Alejo!
Me encantó leerte.
Te agradezco tu generoso aporte
para nuestra formación.
¡Felicitaciones!
Excelente ensayo que lei y trate de aprender
besos
mary
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