A Carmen Elena.

Yo vi brotar tus lágrimas, colgaban como gotas de rocío en la alborada.

Si, tus lágrimas, trémulas, delicadas, como flor de recedá
parecían chispas de cristal, rodaban por tus mejillas de pétalo escarlata
florecían de tu rostro destellos verdiazules, nostalgias, añoranzas
el Danubio Azul, con mil piraguas, navegaba en tus ojos
sus olas de alhelí, desbordaron tus lágrimas
quise decirte algo y me quedé en silencio.


La escarcha de tu llanto, como un lirio, flameaba en tu mirada
emergió una sonrisa, un suspiro, tenue rayo de luz que iluminaba
y mirando a través del cristal de tus ojos, quise ver tu dolor
pero no fue posible, penetrar hasta el fondo de tu alma.


Entonces.
Quise decirte muchas cosas… y me quedé en silencio.


No te dije nada.

© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Venezuela.

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Comentario

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Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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