Picoteando areniscas en el huerto
bajo un cielo moteado de esperanza
escarbaba con sus gráciles patas
la superficie de la tierra,
las flores abrían sus pétalos al viento
ante un radiante sol de medio día.

Un palomo de nítida blancura
oreaba su plumaje, encapotado
divisaba la densidad terrestre
cubierta de siemprevivas y gramíneas
impresionado oteo la tortolita, y raudo
abrió sus níveas alas en silencio
y se lanzó a su encuentro
envuelto en vorágines del céfiro
cautivando la linda palomita.

Sonrojaronse las flores y las gramíneas
el cielo azul tiñó su tez de rosa
el gris plateado de la tortolita
brilló entre románticos gorjeos
Su corazón saltaba entre su pecho
en un loco frenesí que la envolvía
cuando el galán la cubrió con su plumaje
entre flores de siemprevivas y gramíneas.

© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Venezuela.

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