Tú te morías
por no estar viva.
Salías a saltar los charcos grises
con tu pollera despojada de milagros.
Salías a la aventura de lo incierto
porque la vida te llevaba a descubrirte
en otros planos
en otros tiempos.
Y descubrías que las sombras de los duendes
te proyectaban a la cúspide del cielo.
Y te reías
con esa extraña luz de mariposa
que se mentía
porque su fiesta de efusiones
te laceraba.
Sola y perdida te introducías en la lluvia
que gota a gota derretía tu armadura.
Y por las noches
en tu ventana
le preguntabas a la luna por tu risa
la verdadera
la que se expande en los pasillos de lo auténtico.
Y te perdías
desdibujada por la niebla que no perdona
al que se hiere con el engaño de su sombra.
Y los fantasmas de la ira se asomaban
por las rendijas de tus ojos amarillos.
Te descubrían en tu trampa alucinada
porque sabían
que no tenías
la primavera atravesando tu esperanza.
Estabas sola y con la brisa de los puentes
tú te morías
por no estar viva.
Cuando la infanta de los pétalos helados
te convirtió en una estatua aprisionada
ya no pudiste recobrar tu historia breve
porque moriste
con tu desdicha.
Beatriz Ojeda
Derechos Reservados
Comentario
Y descubrías que las sombras de los duendes
te proyectaban a la cúspide del cielo.
Y te reías
con esa extraña luz de mariposa
que se mentía
porque su fiesta de efusiones
te laceraba.
Sola y perdida te introducías en la lluvia
que gota a gota derretía tu armadura.
Y por las noches
en tu ventana
le preguntabas a la luna por tu risa
la verdadera
la que se expande en los pasillos de lo auténtico.
¡Qué belleza de poema, Beatriz! ¡Qué dúctil uso de los recursos poéticos! Me emocionó muchísimo tu obra. ¡Felicitaciones y gracias por tan valioso aporte!
Y te perdías
desdibujada por la niebla que no perdona
al que se hiere con el engaño de su sombra.
Y los fantasmas de la ira se asomaban
por las rendijas de tus ojos amarillos.
Te descubrían en tu trampa alucinada
porque sabían
que no tenías
la primavera atravesando tu esperanza
Bueno si, aunque no evita que uno se vuelva a enamorar de otra persona, pero ciertamente EL ENGAÑO es algo que así nomas no se puede superar. No se odia, ni se guarda rencor pero queda un fantasma paseando en la penumbra del amor que no permite ser la de antes, por más que se intente; porque uno puede hacer el esfuerzo de continuar como si nada, pero siente que está engañándose y salta en cualquier momento la desconfianza; ese EGO es muy sensible porque íntimamente se repite: "no te quieren, no te quieren, él quiere a la otra" Y eso grito íntimo se vuelve una daga incrustada en medio del amor, difícil de sacar.
¡Grandiosas letras mi querida Beatriz Ojeda! Dicen que las personas que se llaman Beatriz pueden perdonar hasta una bofetada pero no un engaño.
Felicitaciones!
Un abrazo con muchos besos!
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