Frágil solidez de la apariencia frente a la fuente que la alimenta. No era negro, ni purpura o violeta. No. No era rojo, naranja u oro. Era tan solo frecuencia, incidiendo en propiedades que la absorben o rebotan modelando el torrente de sus gotas, que rebotan, inundando con espectros de su magia las notas silenciosas del más bello espectáculo, que en esencia es el blanco de la luz en sumatoria, junto al negro de su ausencia, danzando bajo cálidas varillas del ahora, qué encendiendo intensidades, entona los acordes de la orquesta majestuosa, donde, sin ser inherente el color a las cosas, alimenta el crisol con qué se mira, siendo, para unos verdad, para otros mentira, y que cada quien lo baile como perciba la vida
MARIO MARTIN
26.05.2018
Comentario
Gracias amigo Enrique Nieto por comentarme tú percepción.
Saludos
Un abrazo
Gracias Jaime Ignacio por tus palabras… un abrazo hermano. Saludos
Gracias María Inmaculada por dejar tus huellas. Saludos. Un Abrazo
Gracias Elias Antonio por la consecuencia con mis letras y DESTACADO. Saludos. Un abrazo
Gracias mi querida y apreciada Mab por tu lectura y DESTACADO. Saludos amiga. Un abrazo
Así es mi estimada amiga María Beatriz…a la vez de que el color no existe sino las propiedades de los objetos para discriminar el reflejo de la luz… de ahí que…las apariencias engañan y nada es verdad ni es mentira…como diría el poeta…todo depende del cristal con qué se mira… Gracias por tu consecuente lectura, tu comentario y DESTACADO. Gracias mil. Saludos. Un abrazo
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