Por suerte, aún, no amenazaba con llover, ni con temporales,
pues, erase una de esas tantas noches de luna llena, noche aquella,
en que el NILIPITO de Gumesho, prenda nueva que lucía,
mostraba su color esplendoroso.


La “PANGUANA”, que es un ave sin cola de la selva, observaba sigilosa,
cuidando a sus polluelos, en el nido que Onoria, les había preparado,
shoooo, shoooo, shoooo, repetía Gumesho, a las gallinas,
mientras avanzaba al encuentro con su esposa, quien esperaba en su rancho, ,
ya la larga jornada del día había terminado, ya su agotado trajinar,
por este día, a su fin había llegado, era hora de conversar con ella,
de entregarse al tiempo de su convivencia, para placentero y grato espacio.


La noche, larga o corta transcurrió, un nuevo día había llegado, los rayos del Sol,
también traviesos, irrumpieron esplendorosos, en el fulgor del nuevo día,
por entre todos los rincones.
Es así como Gumesho, emprendió el retorno a sus labores donde Don Guimo,
retomando la marcha, con las manos dentro de los bolsillos de su SALTA COCHA,
es decir; la prenda de vestir, recaída en la de su pantalón corto tipo pescador,
el mismo que usaba para la faena diaria.


Cuando llegó, se dirigió directamente donde MARICOSAS COSAS, QUE ES ESTRELLA,
y como era de costumbre, la revisó cuidadosamente, para verificar que el SUCLLA CURO;
no hubiera depositado sus huevos sobre el lomo de ella, pues era sumamente peligroso,
por la situación que generaba su estado, pues Maricosas,
iba a tener un bebé, ya era su tiempo, una cría linda, sería un ternerito.


El TERETAÑO, pájaro carpintero, de color amarillo rojizo tiznado, que pretendía dormir en casa ajena, salió disparado del recinto y el estampido provocó que MARICOSAS, también, emprendiera la carrera un tanto asustada, saliendo del retablo medio desbocada, lo cual era peligroso para ella por su estado de preñez y porque corría riego su cría.


Gumesho, quien llevaba el tiesto, recipiente que sirve para cultivar, dentro de su morral,
y junto a este, su tipishillo, es decir, su porción de comida, corrió tras de Maricosas, logrando alcanzarla y al retornar hacia el retablo, no pudo darse cuenta que la vaca,
juguetona y traviesa como siempre, se engulló, devoró la comida, esbozando su sonrisa,
o una forma de ella, meneando la cabeza y mirando al peón mientras caminaban,

DEDICADO A MI ESPOSA RUTH ARANIBAR GARCIA DE BORJAS Y FAM.

LIMA - PERÚ DERECHOS RESERVADOS

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Comentario de Delia Pilar el agosto 14, 2020 a las 8:31pm

Sigue siendo interesante tu relato, en este III capítulo se mantiene la atención y resulta grata la lectura; Carlos.

No te olvides de aclarar los términos que son nativos de tu país. Felicito tu creatividad.  

Saludos amistosos desde Argentina.

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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