LLORAR
Llora el niño al nacer. ¿Por qué llorará? ¿Por qué en su inocencia teme a lo desconocido? ¿Por qué el llanto que anuncia su llegada al mundo es la única herramienta que tiene para protestar por la nalgada que recibe para sacarlo, con el primer maltrato que recibe en la vida, del letargo que experimentaba en el vientre materno?
Nuestro primer llanto anuncia que hemos llegado al mundo.
Llanto anunciador de vida.
Llanto que reclama la leche materna.
Llanto en la búsqueda del cariño apaciguador.
Pero vendrán otros llantos.
Muchos llantos.
Vendrá el llanto que expresa alegría.
Vendrá el llanto anunciador de tristeza.
Llanto real.
Llanto onírico, hondo, de tristeza extrema, que disfruto, y que surge cuando en el sueño recuerdo, y siento, por haber dejado de vivir en Marabal de mis amores.
¡Marabal, tan cerca y tan distante de mí!
Marabal mío.
Marabal de mi primer llanto.
Marabal de muchos llantos.
Marabal sembrado en mi espíritu que andarín y realengo viaja en sueño hasta tus entrañas.
Marabal mío, mío.
¡Marabal de mis amores!
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