Llámame soledad
Entre la bruma
y el espacio oscurecido
aparece la llanura
del monte entumecido.
Los flagelos del hombre
lo han destruido
dejándolo desnudo
del verde brote
que da su libertad.
Hay espejismos
que trascienden los paisajes
llenándolos de sepas incoloras,
de matices ocres cubiertos
de tierra reseca
en donde crece la roca sedienta.
¡Llámame soledad!
Cuando mi voz
se seque en la garganta
y no exista
la asonancia de la vida
en el páramo del silencio.
¡Llámame soledad!
Cuando en las frías
estepas de la razón
no crezcan las ideas
en el postrero tiempo
de mis irreflexiones.
¡Llámame soledad!
Cuando mis ojos silentes
se pierdan
en el recuerdo doloroso
de un pasado
que no termina de existir.
¡Llámame soledad!
Cuando mi sangre
deje de fluir
por mis filones enrojecidos
en el momento
de mi infinita muerte.
Cecill Scott.
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