DE LOS “ESPEJOS DE LA MEMORIA” A LAS “TRAMPAS AL TIEMPO” y viceversa.

Disertación 2016, publicada en Revista Cultura de la UNED, n° 67. Ronald Bonilla

Con este artículo intentamos reseñar el trabajo nuevo y el trabajo inicial de la poeta, Julieta Dobles, recogido en el primer tomo de Obra en Marcha con el título de Espejos de la memoria, junto a su libro nuevo Trampas al Tiempo que recoge poemas, la mayoría bastantes recientes, al que la Editorial de la UNED, ha hecho una bellísima edición que alterna estos magníficos textos poéticos con bellas impresiones de las acuarelas de la artista nacional María Eugenia Varela Alvarez, todo el libro en un magnífico papel cuché .

Decimos de Julieta que ella salta de los espejos de la memoria a hacerle trampas al tiempo, en su obra, donde forma y contenido, consustancializados por la destreza literaria sin aspavientos, invita a los lectores, ávidos de un mensaje humanitario y profundo, a recorrer sus páginas. Los significantes se tornarán vuelo de palabras, viento y lluvia, símbolos y acercamientos precisos a lo que designan, pero también metáfora en cuanto trasposición del lenguaje, para que arribemos juntos a la otra orilla, de la cultura a la vuelta al estado primigenio, a nuestra sorpresa y unión con lo que nos rodea, empezando por la unión esencial con el resto de la humanidad, primero encarnado por los más cercanos, nuestros hijos, padres, nietos, tíos…amigos, como en la segunda parte de este poemario, denominado En familia, pero también en esa comunicación con las ciudades, la naturaleza, el mar, la montaña como en su primera parte, que designa también a todo el libro. Pero también con la gente, con el prójimo que a veces no vislumbramos, el de otras esferas, el de otros tiempos, el de otros contornos, el de las clases sociales marginadas, el que sufre la guerra en otros ámbitos, el que cruza la calle para pedir limosna tan cerca y tan lejos que a veces no queremos ver, como en la tercera parte que ha denominado Julieta, Militancias Urgentes. Y en todos, ella misma, esta  gozosa desobediente se dice.

 Y todas estas tres secciones del poemario, para significar, para simbolizar algo más. Empezaré diciendo que Julieta hace tiempo le viene haciendo trampas al tiempo, y esto en una mujer es encomiable, aunque casi todas intentan hacerlo, Julieta lo hace con su palabra, con lo que ella sabe disponer mejor, y no con afeites y maquillajes, sino con la posibilidad de envolvernos en su esencialidad, en la posibilidad de la permanencia.   Entonces los poemas, no es que vivan circunscritos solo al tiempo de la memoria, de los recuerdos, es que trascienden el tiempo, Y muchas veces, entonces, se produce el milagro, se suspende esa temporalidad inescrupulosa que nos empuja por una línea delgada a las prisas, a las rutinas, a las desaprensiones de la vida. Julieta sabe hacer los altos…y al leerla, nos enseña a hacerlos, son altos, donde solo existe el presente perpetuo, el instante, que es lo mismo que decir la eternidad. Así la Julieta transeúnte se detiene en los andenes del metro de Madrid y ante el conglomerado que pasa y empuja, intenta entrar a la máquina móvil, pero antes se detiene a escuchar al violín, o al bandoneón…y es que sí existe la eternidad para apreciar el Concierto de Aranjuez, que no tiene duración porque en el amor todo se detiene como en las vibraciones que para siempre nos relamerán los oídos. 

Para llegar a la sencillez, Julieta, pasó por el entrenamiento de una creatividad abierta, chispeante, iluminada, desbordada, como en muchos de sus primeros libros, pero siempre supo rodear el ámbito del texto de una ambientalidad que nos hizo a sus lectores ser parte de su mundo, verlo, tocarlo, olerlo, su tránsito por Costa Rica, Poema a Poema, le ayudó aún más a precisar un estilo que unió a su sed de creación, su capacidad de observación, de descripción, y nos comunicó las esencias nuestras, nuestras pequeñas idiosincracias que quizá se perdían en esta globalización ficticia del poder de los grandes.

Esto lo intuye Julieta, por eso cuando hace Trampas al tiempo, lo desvanece, lo deshace, y en más de un poema nos quedamos contemplando lo que sus ojos vislumbraron, y nos remitió a nuestras propias experiencias. 

Advenimos al asombro, nos adjuntamos al milagro, a todos esos milagros que ella menciona y traslada, hace metonimia del espacio sencillo del pasado y magnifica nuestros recuerdos, entonces, la Plaza de la Soledad está viva, pero permanente, Granada en el país vecino no es una película, es una postal de sed humana con sus atavíos y sus poemas y sus pretiles y terrazas predispuestas a la eternidad y en Puerto Viejo, ya no ella, somos nosotros los que estamos llenos “de selva, /viva y llameante, /reflejo de algún bosque /que se quedó perdido allá, en el tiempo”. (O quizá donde no existe el tiempo).

Es cierto, podemos sobrevivir a los milagros, pero lo más grandioso, podemos arribar a ellos, gracias a esa sabiduría intuitiva de los poemas de Julieta. Los de todos los días…los que no percibimos sino por la pasión de la poeta, sino por su bondad, sino porque a veces nacen personas que van por la vida, magisteriales, profundos, enseñando caminos por donde otros solo advierten ciénagas impenetrables. “Dejadme desplegar el viejo brío, / la beatitud en fiesta, /el alborozo de la libertad, /la liviandad de un vuelo/ sin músculo ni ala fatigosa”.

Por eso el poema de los setenta marzos, es un canto a la vida, “yo nacía de mi madre / una noche, en cuya madrugada / de seguro cantaron los yigüirros”. Y luego: “ahora alcanzo, en la sombra, / una frontera ignota”.  Pero también la pregunta: “¿Quién dijo que la vejez comienza ahora?”

Mi amigo Claudio Muñoz siempre nos dice que hay conocimiento que viene del afuera hacia adentro, y que se trata de datos. Pero hay un conocimiento que viene de adentro hacia afuera, es un recordar. Y se trata de esencias. Por eso, este libro plegado a los recuerdos, a las vivencias, las trasciende, las deshace, las comparte, las vuelve significante mismo: piedra o guijarro, lluvia o charquito, marea o espuma, sonrisa y labios, brazo y brasa, brizna y planeta, música y más música. Porque con la música no tenemos que ir al diccionario, porque con la poesía de Julieta solo debemos dejarnos envolver como por el murmullo de los ríos o los vientos pulsando las frondas. Y así, a la orilla que fuimos para fundar el lenguaje del que olvidamos que al principio fue poesía, acto creativo, y que ahora se trasluce en computadoras y celulares y pantallas móviles (bienvenidas), también de esta otra orilla regresamos al principio, a la naturaleza, al milagro, a la vida donde tan solo requerimos alas para soñar, como las alas que nos da Julieta, cuando la escuchamos leer sus poemas.

Espejos de la memoria, otra vez esta pantalla dadora de lo permanente, en este caso, reúne sus primeros seis poemarios. Julieta ya en su primer libro Reloj de siempre, había percibido algo extraño en el fluir del tiempo, no era el tiempo el que pasaba, eran las grandes esferas del espacio que se movían, produciendo juegos de luces y sombras. El tiempo, después de todo, era el constructo cultural, el poema venía a romperlo regresándonos al origen: “y por eso me gustan tus mañanas. / En ellas juega el hombre / que la luz empieza su gran eternidad, / su clarísimo salto sobre el tiempo, / y juega a ser pequeño, / y a encontrar con su mano, nuevamente, / la primera mañana”.

Luego devino El peso vivo, porque vivan están todas las cosas que toca, y toca de lleno al ser humano en su ansia de soñar. En estos poemarios, el instinto maternal da paso a esa necesidad de arraigo, de amor, de brindis por lo bello, aún en medio del dolor, de la injusticia que se denuncia. Los niños de la calle, el mundo casi sin fe ante la guerra y el poderío de unos cuántos. Pero con motivos para seguir cantando la esperanza.

En realidad, todas las referencias al tiempo: las mañanas, las tardes y las noches, las horas como pesados fardos gastados, los minutos, no hacen más que confirmar que el poema vive la eternidad, el pasado y el presente se confunden en el sueño construido del asombro, de la perplejidad, incluso del reclamo, ante la injusticia del mundo. En El peso vivo, 1968, Julieta lo sabe, ella ha sentido el frío de los niños en la calle, de los soldados asustados en la propia trinchera de la desolación, pero también sabe decir:” Cualquiera puede / mover de un lado a otro / la cabeza, / las manos, / la esperanza. / Sí /Cualquiera puede ser feliz / y eterno.”

Y luego nos confirma Los pasos terrestres, desde su cotidianidad, un tránsito que es solidario ante el dolor y feliz porque el amor nos inunda. Ya en el prólogo nos advierte Laureano Albán de la difícil sencillez que busca la poeta como objetivo vital de entrelazar expresión y comunicación. “Una poesía que ha sabido ponderar la sencillez en su difícil realización”. Y luego “en lugar de opacar la transparencia inicial del alma creadora, la enmarca en la pristinicidad de una forma invariablemente fluida, flexible, musical y luminosa”. Veámoslo en estos instantes: “Se vuelven hacia adelante las dos manos / y nos brota todo un bosque de amor sobre la espalda”. Y siguen los espejos de una memoria inagotable de presencias y ecos, en Hora de lejanías: donde la temporalidad nos remite al espacio, como metáfora que sabe consustanciar los dos ámbitos para deshacerlos quizá, la lejanía de su patria y el encuentro con la España, también un tanto nuestra desde latidos de sangre: “Hoy llego, a conocer / la sombra que los siglos / abren en tu follaje; / y a recoger un poco / de esa austera alegría / que das a la pobreza / de los lomos desnudos de la tierra”. Pero luego viene, esta mujer, poeta de la maternidad y el amor profundo a la pareja, a construir su largo poema “Los delitos de Pandora”, haciendo un largo periplo por la historia del género Mujer que advierte tantas veces postergado para no ser significativo en la historia de la humanidad, sólo en aquellas fisuras que se abrieron como con Sor Juana Inés de la Cruz, como con las posmodernistas Storni, Ibarboru y Mistral, y en otros pocos casos donde el incendio poético dio cuenta de una reivindicación que era justa, de un cambio que debía ser inminente y necesario y que todavía estamos haciendo juntos, mujeres y hombres que entendemos que sin la libertad, el respeto y el amor,  no podemos construir nuestro trajinar juntos por el mundo. El canto a lo femenino, sale de la historia, para tornarse revelación ad perpetuidad: “te encontraron indigna /  de acercarte a los dioses / y avivar el brasero / en sus puertas  oscuramente hostiles, / a ti, que escuchas / el lenguaje implorante de la vida…”

Y el sexto poemario de Julieta es “Una viajera demasiado azul”, aquí o acullá, donde los pasos de Julieta nos sospechen y sospechen a los suyos y a los desconocidos, ella seguirá prendiendo al vuelo los mejores versos de la sensibilidad femenina para el mundo: “Quiero el amor de las ciudades solas / donde llegamos de la mano, amado, / a descubrir milagros o fealdades, / sueños o fantasías, / mitos que en nuestra sed de poema y de historia / nos están esperando detrás de cada friso, / en cada nuevo rostro, en cada calle / de nombre extraño, aromoso o ritual”.

En fin, los primeros seis libros de Julieta, en lo que la EUNED  ha dado en llamar Obra en marcha, bajo el título Espejos de la Memoria.  Esperaremos ansiosos la segunda parte, y quizá la tercera, porque Julieta seguirá tendiendo Trampas al tiempo, en donde el olvido no sabe soterrar la belleza.

 

Ronald Bonilla

Premio Nacional de Cultura 2015

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Comentario

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PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Ronald Bonilla Carvajal el agosto 18, 2021 a las 4:28pm

Gracias, María Beatr, or tu bello decir ante este escrito y lo que celbra, abrazos

Gracias, Benjamín, por tu amable lectura, abrazos


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el agosto 18, 2021 a las 10:11am

¡Estupenda reseña de la obra de Julieta Dobles, Ronald!


PLUMA ÁUREA
Comentario de Maria Beatriz Vicentelo Cayo el agosto 18, 2021 a las 9:54am

¡Magnífica disertación  sobre los libros de esta espléndida autora Julieta Dobles!

Ciertamente el tiempo lo llevamos muy dentro de nosotros, no está afuera pero sí pasa por nuestra vereda y  lo absorbemos o lo invitamos a ingresar  conforme a nuestra preparación;  y la preparación o entrenamiento de ser viene de nuestro entorno: Padres, escuela, vecindario, laboral.  Y de todo esto viene el sentir, el ser porque hay jóvenes que son viejos, ciertamente eso lo sabemos.

Sumamente interesantes sus versos, aquello de los espejos guardan impacto y resultan maravillosos sus reflejos!

Muchas gracias amigo por tan interesante, impresionante publicación!

Felicitaciones a ambos,  a ella por sus libros y a ti, por esta maravillosa disertación!

Cariños

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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