Crucero La Sílfide del Norte (relato a dos manos)

Desde hacía mucho tiempo que Julia y Ernesto se debían ese viaje camino hacia Europa. No pudieron hacerlo cuando cumplieron sus treinta años de casados. No por falta de dinero si no por las vacaciones de la escuela de sus nietos que cuidaban desde hace tiempo, para que sus padres trabajaran.

Terminó de armar las valijas, la de ella y la de su marido y dudó, ¿No nos olvidaremos algo? ¿Llevaremos bastante ropa? ¿Cómo estará el clima allá en Italia?... Si bien el buque iría tocando varios puertos al final llegarían a Roma.

Bueno pensó…espero tener todo el papelerío al día para no tener sobresaltos.

Llegó el veinticinco…el taxi apareció a la hora acordada, subieron las valijas y partieron hacia el puerto. Faltaban dos horas para la hora de partida. Ernesto está bastante nervioso, siempre preocupado como era su costumbre, su Julita, como la llamaba, tranquila, segura de sí, trataba de calmarlo…

    -Todo está bien, tenemos tiempo de sobra, no te impacientes, ya estamos de vacaciones, tómalo con calma, querido.

Llegaron. Entregaron el equipaje en la recepción, documentación, pasajes…todo en orden…miraron el precioso barco que los aguardaba…La Sílfide del Norte, sofisticado nombre.

Mientras Julia subía por la escalinata, Ernesto se quedó unos pasos detrás y le sacó la primera foto, ambos sonrieron, ya estaban gozando del viaje. Sería un crucero de ensueño…junto a más de mil personas que albergaría la nave, disfrutarían de unas dos semanas de distracciones, buena comida, sin duda un placentero descanso que bien se merecían.

Los ubicaron en el camarote, que alegre casualidad…cuando vieron el numero grabado en la puerta, 19, era el día que se casaron, allí en Febrero…se dieron un beso antes de entrar, la pasarían muy lindo…con seguridad…

Desparramaron la ropa y otros enseres sobre la cama, para ir acomodando en el placar. Un poco chico se dijo para sí Julia, quien como toda mujer trajo en las maletas lo que iba a necesitar y lo, que verdaderamente ya estorbaba, como pensaba su cansado marido.

Ordenaron todo y se dirigieron al balcón del camarote donde los esperaban dos copas de fino cristal y un baldecito con hielo donde reposaba una pequeña botella de champagne, sobre una mesita acompañada con dos silloncitos de madera.

Se sentaron…Ernesto sirvió la refrescante bebida, levantaron sus copas, y entre sonrisas festejaron el inicio de lo que sería un viaje para recordar.

Disfrutaron la mayor parte descubriendo todos los rincones del barco, era más bien una pequeña ciudad. Negocios, bares, restaurantes, salón de fiestas, un teatro, dos cines, tres piscinas, dos gimnasios, en fin, un perfecto lugar para perderse. Con tanto trajín, se olvidaron de anotarse para la cena, por suerte a último momento los vecinos del camarote de enfrente, les recordaron el pequeño detalle cuando al encontrarse en el pasillo los invitaron para ir juntos esa noche, ellos habían reservado para el segundo turno.

Los Forlín resultaron una pareja simpatiquísima, tanto Ingrid como su marido Alex, resultaron una pareja exquisita. Pasaron una velada hermosa, pues luego de la cena, la siguieron en el bar La Noche. Después de despedirse, quedaron en encontrarse en el desayuno la mañana siguiente.

Llegaron a desayunar al comedor a la mañana siguiente, un poquito tarde pues se habían dormido por lo de la noche anterior, tanta cháchara y ruido, aparte los dos wiskisitos que se habían tomado retrasaron sus presencias.

Desayunaron con bastante apetito y alegría pues hacía bastante tiempo que no se sentían tan bien.

Se extrañaron de la ausencia en el comedor de su pareja de amigos, pero pensaron que quizás estarían ocupados en otras cosas y no le dieron mayor trascendencia al asunto. Quizás los verían a la hora del almuerzo.

Salieron a sentarse en las reposeras de cubierta para aprovechar el magnífico sol.

Mientras estaban gozando de una placentera mañana, recostados en cubierta, escucharon un aviso por los parlantes que interrumpió la música de fondo:

     -Se comunica a todos los pasajeros que, a raíz de haberse detectado una posible enfermedad en la nave, se solicita acatar las indicaciones pertinentes que serán repartidas en sus camarotes-

Al igual que los demás pasajeros, Julia y Ernesto, se dirigieron a sus camarotes para enterarse de la nueva noticia.

Una vez allí, leyeron la nota que la Dirección había dejado.

Entre otras, se les comunicaba que una pareja de pasajeros había sido revisada por la enfermería de abordo, motivados por un cierto malestar general, y se cree que están afectados por un cierto virus; dado que los medios a disposición no permiten analizar a fondo el origen y tipo del mismo, se han tomado las medidas necesarias.

Y a todos aquellos que lo consideran necesario, pueden solicitar turno para ser revisados, marcando el número 20, en los teléfonos que se encuentran en los camarotes.

También se les informaba, que, al llegar a la primera escala, dentro de tres días, se enviarán las pruebas a un laboratorio local, para ser examinadas y conocer el resultado. Lo que sí, como medida preventiva, le adelantaban que no se permitirá el descenso de la nave. Esta exigencia proviene, se les aclaró, de las autoridades sanitarias de la ciudad donde atracará el barco y con las cuales ya había sido entablada comunicación, y además se mantiene un contacto permanente. Se agregaba que, con seguridad, sabrían comprender las restricciones del caso, y que, por supuesto están invitados a continuar disfrutando de la navegación, aunque, por el momento se les sugería permanecer en los camarotes, como acto preventivo.

Estaban muy asustados, y más lo estuvieron cuando un mozo del comedor les alcanzó unas viandas de comida para los dos. Se preguntaban cómo iban a hacer para estar encerrados tres días en el camarote sin ver a nadie ni ir a divertirse por ahí.

Ernesto le sugirió a Julia que almorzaran lo que les habían dejado y que se durmieran una buena siesta…después Dios diría lo que vendría.

 

Se despertaron a las seis de la tarde, se ducharon y animándose se dirigieron al comedor que encontraron cerrado y a oscuras.

Un marino uniformado los reprendió y los conminó a retirarse a sus habitaciones, informándoles, además, que el dicho virus ya había infectado un diez por ciento de la tripulación amén de quince familias a bordo.

Afligidos y sumamente asustados por la información, los esposos volvieron a su camarote sintiéndose molestos y maldiciendo la poca suerte que les cayó encima.

 Casi no cenaron, solo comieron unas frutas, bebieron agua y se acostaron.

 Durante la noche Ernesto tuvo pesadillas horrendas. Sintió que se moría y que lo arrojaban al mar. Bañado en transpiración, se despertó y unos intensos escalofríos le recorrían la columna vertebral de arriba hacia abajo.

Se levantó para darse una ducha caliente sin despertar a Julia que dormía plácidamente.

 A la mañana siguiente, recibieron el desayuno, en las respectivas viandas, por supuesto.

Mientras desayunaban, con poco apetito, no obstante, la variedad de productos recibidos, otra vez entraron en funcionamiento los altavoces…

 

    -Estimados pasajeros, nuestras más sinceras disculpas, por todo el malestar que deben afrontar. Un peligroso virus invadió nuestra nave, por el momento la mayoría de los contagiados entre pasajeros y tripulantes, que ascienden a más de un centenar, están siendo atendidos por el personal sanitario de abordo. Una pareja de pasajeros y dos marineros, debido a su estado de gravedad, ya han sido evacuados en helicópteros, a uno de los hospitales de Cabo Verde. Estamos en continuo contacto con nuestra base en Uruguay, y también con el Ministerio de Salud Pública, quienes nos remiten indicaciones de cómo tratar a los afectados.

En las próximas horas llegarán refuerzos de personal sanitario de Cabo Verde, con una serie de medicamentos y demás elementos indispensables. Reiteramos la necesidad de permanecer en vuestros camarotes, para así evitar posibles contagios. A la brevedad recibirán por intermedio de personal de abordo, el horario asignado a los ocupantes de cada camarote para poder realizar un pequeño paseo en cubierta, para disfrutar de un poco de aire fresco.

Cualquier pedido, consulta o información, marcar en el teléfono del camarote el número 22.

Reiteramos que todo lo relacionado con algún malestar de salud, comunicarse con urgencia al número 20.

Por supuesto que las viandas continuarán llegando a sus respectivos camarotes.

Esperamos vuestra colaboración, y todos rogamos que juntos logremos afrontar este mal momento, con la esperanza que finalice a la brevedad. -

 

   -Por lo visto, el asunto es más serio de lo que pensamos...estoy muy nerviosa…

   -Sí, querida, estoy pensando cómo podríamos comunicarnos con nuestros hijos, pues con seguridad ya habrán escuchado las noticias y estarán muy preocupados.

Estaban bastante inquietos, maldiciendo al infierno por todo esto que estaba pasando, justo en el mes de su aniversario y encima con la ilusión que habían programado dicho viaje.

Se acostaron a dormir la siesta luego de haber almorzado dejando las frutas para más tarde pues a Ernesto le dolía un poco la garganta y estaba con carraspera.

Habría pasado una hora desde que se acostaron cuando Ernesto le sugirió a su mujer llamar al número 20 de teléfono, pues se sentía raro, muy transpirado y con mucho malestar.

Julia bastante asustada, aunque no decía nada, llamó al 20 donde daba continuamente ocupado.

Entonces llamó al maître de la cocina para que les trajeran un té solamente, nada de leche o galletas, recién lo logró a las dos horas del llamado.

Cuando el mozo se asomó para dejarles la merienda le preguntaron cómo iba todo en el barco; a lo que el mozo les informó en modo confidencial, que ya pronto llegarán y atracarían en Cabo Verde, pero que ningún pasajero o tripulación podían bajar a tierra, era orden de las autoridades del lugar y que la cosa pintaba cada vez peor dentro del barco. Al segundo comandante lo habían derivado, junto a dos mozos de cocina en helicóptero no sabía dónde, Ya se suponía que había como doscientos cincuenta infectados por el misterioso virus en el barco.

Luego de tomar el té y darse una ducha Ernesto consiguió que vinieran de enfermería y lo atendieran.

Julia sentada en un silloncito observaba la maniobra de los médicos-Presión alta, fiebre 38.2, algo de taquicardia y respiración agitada, más, desgano general.

Decidieron aislarlo en otra habitación hasta que se restableciera.

Julia lloraba a mares y no quería desprenderse de su esposo, hasta que una autoridad del buque se puso firme y así lo aislaron a otra habitación.

Se la paso llorando todo el resto del día. Dos veces Ernesto la llamó y trató, aunque sin grandes logros calmarla; le contó que se sentía mejor, la atención era excelente, todo el personal médico era gente idónea, y hacían lo imposible para atender todas sus necesidades; eso sí, tenía un poco de dificultad para respirar, y de tanto en tanto, le conectaban una máscara de oxígeno, y que la fiebre aún era un poco alta.

Julia no durmió toda la noche…a la madrugada, junto a los primeros rayos de sol que se filtraron por la ventana, un malestar raro la obligó a quedarse acostada. Un ataque repentino de tos la sobresaltó, con dificultad logró incorporarse, una capa de sudor cubría todo su cuerpo…no esperó más… llegó con gran esfuerzo hasta el teléfono y marcó el 20.

Ya había pasado una semana desde que La Sílfide del Norte, permanecía atracada en un pequeño muelle alejado, del puerto de Cabo Verde. La situación a bordo no mejoraba, muy por el contrario. De acuerdo al último comunicado del Capitán, enviado a las autoridades portuarias, un 80% de los pasajeros y un 50% de la tripulación estaban contagiados. Se solicitaba con urgencia la intervención de personal de Salud Pública, para prevenir que el problema llegue a mayores.

Llegó con mucha dificultad al teléfono y marcó el número estipulado.

Se volvió hacia la cama, pues ya no se podía tenerse en pie. Mientras pensaba en su situación no dejaba de pensar en su enfermo marido, pero a la vez con mucho temor por ella.

La ayuda llegó alrededor de las tres horas...un médico y dos enfermeros, todos cubiertos con camisolines y barbijos; la revisaron y le indicaron que comiera bien y tomara mucho líquido y que se quede tranquila salvo que empezara con fiebre, además le sugirieron acostarse y tomar un calmante que le iban a dar y que más tarde volverían.

Ernesto en otro camarote, continuaba postrado y con ahogos, sin que surtiera mucho efecto la máscara de oxígeno que una enfermera le colocaba de a ratos.  Solo tomaba líquidos de a traguitos, pero ya ni eso toleraba. La situación estaba empeorando, ya no podía hablar por teléfono con Julia que con seguridad estaría más angustiada, a medida que el tiempo pasaba.

A la mañana siguiente luego del té con leche y sintiéndose mejor, Julia se animó a salir del camarote, dirigiéndose derecho a la pieza donde lo habían internado a Ernesto.

Al abrir la puerta un viento helado que venía de la ventana la sobresalto, miró hacia la cama que estaba prolijamente echa, y vio el pijama bordó de su marido dobladito sobre ella. Un escalofrío siniestro le atravesó el alma de punta a punta. Abrió de un solo golpe el placar y observó las chinelas y la ropa interior de su marido, junto con la bata de dormir.

Un terrible sollozo le partió el pecho antes de caer desmayada.

La odisea de este crucero, no tuvo buen final. Todos los pasajeros, al igual que la tripulación, se contagiaron. Decenas de ambulancias se ocuparon en trasladar los enfermos más graves a los hospitales, y los demás a centros de salud, para mantenerlos aislados y bajo atención médica permanente.

 

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Autores

NORMA ALICIA ESTUARD (Argentina)

BETO BROM (Israel)

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*Imagen ilustrativa de la Web c/texto anexado

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el junio 2, 2022 a las 1:43am


PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el junio 2, 2022 a las 1:42am

Mucho agradecemos tu comentario, BENJAMÍN

Abrazotes de ambos para tí amigazo

Norma y Beto


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el junio 1, 2022 a las 10:25am

¡Muy bello relato, Norma Alicia y Beto!


PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el mayo 28, 2022 a las 12:44pm

Que bueno saber que nos acompañaron en el crucero, y disfrutaron.

Queridos amigazos...DELIA, CRÍSPULO y LILIANA

Abrazotes para toditos...

Norma y Beto


PLUMA MARFIL
Comentario de Liliana MarIza Gonzalez el mayo 26, 2022 a las 10:36pm

Beto y Norma 

Excelente relato, con mucho suspenso

mary


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el mayo 25, 2022 a las 6:47pm

Fabuloso relato, muy interesante. Tiene el poder de captar la atención y mantenerla todo su transcurso.

Felicitaciones a sus dos autores: Norma Estuardo y Beto Brom. 

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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