La super ley del gobierno del Pte. Milei, que propone medidas que desfinancian a diferentes entes culturales con lo cual -si no es ahora, en el futuro- podrían tener que cerrar, y que muchos legisladores se aprestan a votar; y el DNU 2023-70-APN-PTE agreden la historia misma del país.
Repasemos las funciones de estos institutos:
El Instituto Nacional del Teatro (INT) promueve esta actividad a nivel nacional, y es muy importante para apoyar la misma en lugares pequeños o alejados de la escena nacional, donde los apoyos privados son muy escasos y, de no ser por el Instituto, muchos de los espectáculos verían disminuida su calidad escénica, que muchas veces es el punta pie inicial para que nuevos autores y/o actores luego den un salto cualitativo hacia los escenarios mayores. También tiene un sistema de préstamos para personas e instituciones, que van desde el dictado de cursos y talleres para capacitación y puestas en escena, hasta el mantenimiento de salas. Este sistema es ejecutado con el control del Fondo Nacional de las Artes. El Instituto Nacional de Estudios de Teatro, primigenia denominación, se creó en 1936 junto al Teatro Nacional de Comedia, ahora denominado Teatro Nacional Cervantes. El INT se financia con el 10 por ciento de los ingresos recaudados por el Enacom. El INT no creó ningún impuesto nuevo para su financiamiento, en cambio, se asignó a la actividad un porcentaje de tasas y multas ya existentes.
El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) es un ente destinado a promover y financiar cine nacional. Su sistema principal es por créditos, es decir, el Estado recupera lo que destina a apoyar los films, y además con la venta de esas películas al exterior (el cine argentino tiene mucha demanda) incorpora divisas a las arcas del país; también fomenta a los nuevos directores y productores con subsidios. En este sentido, es fundamental su apoyo a los documentales que permiten a los argentinos conocer de diferentes situaciones y personajes de la historia nacional. En 1947 se sanciona la Ley 12.299, de fomento a la cinematografía, donde se prevén aumentos al financiamiento a partir de créditos baratos a los estudios o productoras promovidos por el Banco Industrial. Por otro lado, se sanciona que todos los cines deben exhibir una película argentina al mes. Las políticas oficiales fueron la protección de la industria cinematográfica. Dos instituciones se encargaron anualmente de premiar a las películas realizadas el año anterior: una fue la Asociación de Cronistas Cinematográficos (ACC) y la otra la Academia Argentina de Artes y Ciencias Cinematográficas (AAyC). Como resultado, en 1950, se produjeron 58 películas, hecho que fue un récord histórico. En 1957, por ley pasó a ser Instituto de Cinematografía. Hoy es organizador del festival de Cine de Mar del Plata, único de categoría “A”, como Cannes, Berlín, Venecia o San Sebastián, y con esta ley ómnibus está en riesgo su continuidad, según declaró el productor argentino Luis Alberto Scalella, quien era vicepresidente primero de la FIAPF (Federación Internacional de Asociaciones de Productores Cinematográficos) en el momento del festival de Mar del Plata en 2009: "En el mundo hay 2500 festivales de cine. De ellos solamente 50 son reconocidos por la Federación Internacional y, entre ellos, solo 13 son competitivos no especializados reconocidos por la Clase A. También están en riesgo las actividades de La Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) que también se queda sin fondos. Su financiación está dada por el 10% de la entrada que abona cada ciudadano al ir al cine, el 10% del precio de venta de cada video grama grabado, y el 25% de la suma total de lo percibido por el AFSCA (Hoy Enacom).
El Fondo Nacional de las Artes es un ente autárquico que depende de la Secretaria de Cultura de la Nación. Sus funciones se realizan de acuerdo a la necesidad monetaria de las expresiones artísticas y artesanales argentinas, como el conceder préstamos para desarrollar actividades artísticas a las personas de existencia real o jurídica en el país (de cierta relevancia e idoneidad), financiar la realización de certámenes, exposiciones y muestras; subvencionar bibliotecas, museos, archivos e instituciones oficiales o privadas de la rama artística; financiar misiones culturales a las provincias del interior de Argentina, conceder becas y otorgar premios y demás distinciones a personalidades de la cultura. Los beneficios que otorga el Fondo Nacional de las Artes están destinados a todas las disciplinas artísticas, tales como: arquitectura, artes visuales, artesanías, danza, diseño, letras, medios audiovisuales, música, teatro, arte y transformación social. En 1963, con el fin de reconocer la trayectoria de quienes realizan un valioso aporte a nuestra cultura se creó el Gran Premio del FNA. El primer galardonado fue el escritor Jorge Luis Borges, en la categoría Letras. Numerosos artistas han recibido este galardón, entre los que se destacan: Armando Discépolo; Ariel Ramírez; Libero Badii; María Elena Walsh; Raquel Forner; Enrique Cadícamo; Marco Denevi; Tita Merello; Griselda Gambaro; Adolfo Aristarain; Edgardo Cozarinsky; Juan Falú; Josefina Robirosa y Horacio Salgán, por solo mencionar algunos. Con su cierre, una pregunta que nos hacemos, entre varias, es ¿quién se quedará con su sede? La Mansión de Victoria Ocampo, nada menos. Pocos lo saben, pero se financia a través del dominio público pagante, es decir, cada vez que se utiliza una obra de un artista o un autor que falleció hace más de 70 años, el FNA reinvierte ese capital en los artistas que están creando hoy.
El Instituto Nacional de la Música fue creado por iniciativa de los mismos músicos que hicieron la ley, entre otros: Charly García, Luis Alberto Spinetta, Mercedes Sosa, Gustavo Santaolalla, Litto Nebbia, Teresa Parodi, León Gieco, Gustavo Cerati, Carlos "La Mona" Gimenez, Leopoldo Federico, Liliana Herrero, Gerardo Gandini y Susana Rinaldi. Su figura técnico legal es la de ente público no estatal. Tiene por objetivo promover, fomentar, apoyar, preservar y difundir la actividad musical en general y la nacional en particular. El principal financiamiento del INAMU proviene de la Ley N. º 26.522, art. 97, inciso G (2% de todo lo recaudado por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual se destina a dicho instituto).
Nadie puede ignorar la labor que cumplen las bibliotecas populares y el trabajo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), que permite año a año la llegada de numerosos libros a diferentes rincones de la nación. No solo eso, el trabajo de cada una de esas bibliotecas que con diferentes actividades promueven y desarrollan cultura es muy importante.
Por otra parte el DNU deroga leyes como:
25.542: Defensa de la Actividad Librera, que establece un precio uniforme de venta al público de libros.
24.905: Museo, Biblioteca y Archivo del Trabajo y Movimiento Obrero Argentino.
14.800: Sobre inmuebles y demoliciones, en caso de demolición de una sala teatral el propietario tiene la obligación de construir una similar.
21.145: Actividad teatral (sobre compañías de teatro argentinas y franquicias hoteleras), destinada a actores, artistas y técnicos de compañías teatrales (reducción del 50% sobre el precio de pasajes y fletes en las empresas estatales de transporte y de tarifas especiales en hoteles que dependan del Estado).
Como vemos, estos institutos, a la par que cumplen su función, tienen su fuente de financiamiento propia o dentro del mismo área de la cultura y las comunicaciones (fundamental para llevar la cultura a la gente). No tienen otro ingreso que pueda provenir de rentas generales u otros impuestos, y el aporte en pasajes y estadías no tienen comparación con los gastos de traslados y estadías de funcionarios del Estado. No solo promueven actividad cultural de todo tipo, sino que también preservan con el apoyo a esas actividades el patrimonio tangible o intangible de todos los argentinos, mantienen la memoria histórica colectiva y nos permiten acceder a ella a través de las obras de los diferentes autores o actores. Esto es parte de nuestra educación, pues el arte en todas sus formas educa, ya sea en forma directa o como complemento de la que se imparte en las aulas. Este financiamiento que promueven estos institutos permite a escritores, pintores, músicos y artesanos darse a conocer, y además defender su obra publicándola a su modo; y también vuelve al Estado muchas veces: por ejemplo, los músicos del Teatro Colón deben proveerse de los instrumentos, y muchos lo han logrado a través de créditos del Fondo Nacional de Las Artes.
Estas instrucciones, además, albergan en su seno importantes archivos y documentos que hace a la preservación de la memoria histórica del pueblo, su patrimonio cultural, y el pensamiento expresado a través del arte por quienes se han dedicado al mismo en cualquiera de sus expresiones.
En un comunicado titulado “Argentores y el intento de tirar 114 años a la basura”, la entidad de autores alertó que “desaparecería tal y como hoy la conocemos” si se aprueban los artículos 350 y 351 relativos al régimen de propiedad intelectual. La lógica de eliminar entidades por ser deficitarias o no cumplir con objetivos (aunque en educación y cultura no hay déficit, pues no son gastos sino inversiones) tiene directa relación con la incapacidad de la dirigencia para generar opciones eficaces de transformación y desarrollo de las mismas: “como soy un inepto, lo cierro o lo achico a algo que más o menos puedo manejar”. Ese el único argumento lógico que podemos ver, si no hay que pensar en malas intenciones.
Esta incapacidad no es nueva. Ya se ha producido en los mismos y otros aspectos y es fruto mayormente del deterioro de nuestra educación. El arte, la cultura y la educación se han financiado de los Estados desde siempre. En la antigüedad existían los Mecenas ¿Quiénes eran? Señores y señoras acaudalados, muchos miembros de la Nobleza europea o con funciones gubernamentales, que recaudaban muchos tributos de sus súbditos y promovían la cultura. Es decir, el pueblo con sus impuestos siempre sostuvo el arte.
Elìas Almada
Comentario
Vuelvo a tu texto, Elías, que merece una relectura y destacarlo. Tenemos obligación, como argentinos y hacedores culturales, levantar la voz por este atropello a las instituciones culturales. Ellas han sostenido en su accionar el Arte, tan importante para la vida de los pueblos, y a numerosos artistas; han creado empleos, han cubierto las necesidades de recreación, ítem considerado por la OMS integrante de la salud, además de un largo etcétera. Ahora vemos que la ignorancia las destruye de un plumazo.Un retroceso que lamentamos y se reflejará en las generaciones que nos suceden. Pero, claro, un país sin educación ni cultura es más fácil de dominar... Considero que a eso apuntan estas medidas impopulares... Pero, quizás haya además, la necesidad de censura pues los artistas suelen ser los que mejor expresan las ideas, ideas que no siempre están de acuerdo con las que ostenta el régimen gobernante...
Te agradezco profundamente este texto tan valioso que nos compartes.
Muy interesante y muy doloroso escuchar estas noticias.
Gracias por compartirlas.
Shalom javer
Delia Pilar , muchas gracias, es muy difícil todo aquí, no se hasta que momento podremos expresarnos con libertad
Gracias, Elías, por este informe tan completo sobre esto que está ocurriendo en Argentina y que nos compete.
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