¡Hay! Dios aquellos rasgados ojos,
de la dueña de mi destino,
luz en mi oscuro camino,
que puso rosas en vez de abrojos.
Eran mis desenfrenados antojos,
la causa de mi mal destino,
ella los apagó bajo aquel pino,
al desamparo le puso cerrojos.
La negra capa de la tristeza,
me cobijaba en la penumbra,
y ella me iluminó con presteza.
Me dio la lampara que alumbra,
y fui atrapado por su belleza,
era de ese amor que te acostumbra.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.México.
D.R.2013.
Comentario
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
© 2025 Creada por Aimee Granado Oreña-Creadora. Con tecnología de
Insignias | Informar un problema | Política de privacidad | Términos de servicio
¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!
Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME