Después de tantos años he deseado verte
sentir tus frescas ramas moverse con el viento,
oír el idioma susurrante de tus hojas;
pero sólo queda el lejano recuerdo de tu historia
y la ilusa imagen de tu fresca sombra.
Te juro, junto a ti partieron parte de mis recuerdos,
de mis días de niñez cuando jugaba bajo tu sombra,
de mis andanzas e inquietudes de mozuelo tierno,
cómplice de mi más puros y románticos pensamientos,
todo lo guardaste bajo corteza, en secreto eterno.
Hoy, que lleno de pesar necesito de un amigo
para abrir mi corazón y contarle mis desdichas,
te recuerdo con nostalgia, añorado amigo:
Necesito de tu oído silencioso, hermético.
Necesito de tu tronco para reposar mi cabeza.
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