La Derrota del Dictador.
Bien ¿Qué noticias?, Pregunto su majestad, el todopoderoso dictador, levantando la cabeza con curiosidad.
“! Magnificas! ¡Inmejorables!” mi excelencia. Respondió su asesor, que acababa de entrar.
¡¿Se ha enterado ya algunos de esos rabiosos de nuestras movidas? Pregunto el ansioso jefe, con los ojos clavados en el rostro de su asesor.
Ni uno mi excelencia respondió el sumiso, a la vez que hacia una profunda reverencia. No, ni un solo individuo. Yo me encargo de eso, continuó diciendo, como gozándose de una reciente victoria.
¿Ha habido alguna tentativa? Inquirió su señor en tono autoritario. ¿Ha tratado alguien de meter sus narices en nuestros negocios?
¡Ah, eso sí! Pero, sus esfuerzos han sido vanos, no han podido hablar ni una sola palabra del diccionario castellano replica el asesor, dejando traslucir una nota de triunfo en su voz.
¿Cómo? Dime ¿Cómo ocurrió? Su Majestad escuchaba ahora con toda atención.
“Bien mi señor, comenzó diciendo el asesor, yo había entrado a la sesión del consejo de ministros y me gane como reclamaban unos rojos por la demanda echa por uno de ellos, a favor de unos de los pueblos mas aislados del norte del país, el tipo gritaba a viva voz, que en unos de sus periplos por esos lares que son dominios de los comunistas, los uniformados habían cometidos muchos abusos contra la población, me llamo la atención y me asombró la noticia que dos representantes de los derechos humanos, venían de Huacho y querían llamar la atención de la sala denunciando la desaparición del periodista Pedro Yauri Bustamante. Tenían como objetivo denunciar ante la prensa las intervenciones del grupo Colina.
¡Si, ¿Y que hiciste tu? Interrumpió Su Majestad impaciente por conocer el final.
Primeramente junte a todos los Periodistas que están trabajando con nosotros, inmediatamente los convoqué a una reunión estratégica en el pentagonito, para acreditarlos como prensa oficializada y aliada en el avance de nuestros proyectos, hubo muchas sugerencias y sumisiones de parte de ellos, pero finalmente se acordó que la forma más fácil seria que todos recibirían una recompensa económica por su trabajo informativo, les dije claramente que no quería ver en ningún titular sobre las matanzas de los Barrios Altos, la Cantuta, del Santa ni de Huacho, ni mucho menos la masacre de Pedro Huilca Tecse. Les ofrecí viajar con la comitiva presidencial en todas las inauguraciones a nivel nacional que usted hiciera, todos con viáticos pagados, todos recibirían uniformes completos y gozarían hasta de seguro de vida.
Así fue en ese instante se reafirmo muestro movimiento político y desestabilizador, integrado por periodistas “incondicionales” a nuestra causa, iniciando así de inmediato nuestras operaciones desestabilizadora primeramente difamando y calumniando a los políticos de la oposición. Una semana después los rojos de la CGTP continuaron con sus incompetentes reclamos, el pueblo ya no los escuchan, los diarios, las radios y los canales de televisión están todos bien pagados, no dan cuenta de ellos a la opinión pública, claro que algunos no, porque no faltan idiotas que se creen los mártires de la comunicación.
Fatigados y cansados continuaron con su llamada protesta por los derechos humanos, ¡Dignidad!, ¡Dignidad!, agitan a viva voz, coreando a voz viva el nombre del comunista Pedro Huilca Tecse, el líder sindical que movía a las masas en las plazas Dos de Mayo y San Martín, aquel que nos tenia cojudos con los pelos de punta, cada vez que salía con sus camaradas de Construcción Civil a reclamar mejor trato y pan con libertad para los trabajadores.
Déjalos son inexpertos en esas lides, replico su Majestad, la lucha es desigual nosotros tenemos el poder, ellos solo saben joder.
Por fin ya todo esta consumado, te felicito por afrontar la violencia de esos desquiciados que desacataron mi palabra de mando. El viento sopla fuerte tenemos que unirnos para vencer en las elecciones presidenciales, si no gano acuérdense que todos estarán de patitas en la calle y otros quizás hasta en la cárcel.
¡Excelente! ¡Espléndido! Me has sido fiel, le dijo al asesor su Majestad, con una expresión satisfecha en el rostro.
Y ¿Qué tienes tú que informar? Le pregunto esta vez a su ministro del interior, cosa que él contesta como todo un fingido militar ¡Señor sí Señor! Mi área esta despejada todos se han puesto en línea, solo hubo un percance con un par de Generales, pero ya pasaron al retiro Ja, ja, ja, ja, ja, ja.
El presidente escucha con mucha satisfacción el informe de su fiel ministro.
Yo también tengo un relato que llenara de alegría a vuestra majestad, respondió el ministro de la presidencia.
Se ha hecho acaso alguna tentativa de invadir nuestro territorio? Preguntó su Majestad con creciente interés.
Por cierto que si respondió el ministro de economía,
¿Cómo ha sido? Cuéntame, mando el presidente, alerta al instante.
Yo estaba ocupado en mis tareas diarias, con el corazón puesto en vuestra re reelección, explico el ministro, cuando me llegaron noticias de una sociedad organizada que especialmente se reunirían para hacer llegar un memorial al Jurado Electoral, y pedir la tacha de nuestro movimiento por estar usando los recursos de nuestra patria a favor de la campaña proselitista de su majestad. Bien puede usted imaginarse señor, que tome las medidas inmediatas en el acto. Convoque a mis chacales para considerar la situación y decidimos poner en ejecución un plan que nos asegurara el éxito.
Con gran tenacidad mis chacales se movieron por todas los medios informativos para que sacaran la noticia sobre las construcciones de colegios y pistas echas en menos de una semana a nivel nacional, cosa que osadamente publicaron en primera plana.
Avise a nuestros congresistas que convoquen a un mitin de apoyo a la campaña y que llevaran a cuantas personas puedan, poniéndoles varios buses a su disposición.
Claro estos fueron mayormente las personas que viven en los conos, trabajadores de los programas sociales, en su mayoría familiar de los trabajadores contratados. Ellos disciplinadamente participaron en mitin realizado.
¡Todo salió bien! Grito su Majestad con horrendo gesto. ¿Esto trascendió en otros medios de la competencia?
Si mi señor, respondió el sumiso ministro de la presidencia con tono firme. No tuvieron oportunidad de presentar reclamo alguno al jurado electoral. Fue sumariamente acertada la idea. La escena le hubiera gustado a vuestra majestad, su rostro se hubiera visto lleno de alegría.
Su Majestad saludó la acción de sus subordinados, y al final de su discurso una gran ovación lleno el recinto, mientras todos rendían pleitesía a la majestuosa figura de su excelencia.
Un momento después cesaron las muestras de entusiasmo, cuando su Majestad impuso silencio con un ademán.
¿Y qué tienes tú que contarnos? Pregunto dirigiéndose a otro ministro, el de economía. Eres tú el motor de nuestro movimiento, eres el amo y señor de los números.
¿Cómo estamos con las ventas de las empresas del estado a manos extranjeras.
A lo que este respondió. Ya le creo que si vuestra majestad, de no haber sido por mis fieles sirvientes, dudo que hubiera podido mantener mi posición. A cada adjudicador se les esta descontando su cupo en pro de la campaña electoral de su majestad.
Se ha hecho entonces tal como yo lo propuse sin ningún inconveniente, exclamo su Majestad.
¡Si mi señor, todo esta bajo control! Respondió el ministro de economía.
Mientras tanto en silencio con un movimiento de manos reclamaron cuatro ministros consumidos por el celo por no ser tomados en cuenta para la próxima reelección de su Majestad, muy a pesar de los avances que ellos hacían en bien del movimiento.
Y uno de ellos pidió la palabra y dijo: Tú sabes mi señor que hay un cartel sobre la frontera de nuestro local partidario que dice textualmente “Tecnologías, Honradez y Trabajo”, cosa que llamo la atención de los presentes y aplaudieron. Pero a pesar de ello prevaleció la indiferencia del alto mando del movimiento.
Después un pequeño grupo de parlamentarios, se adelanto temerariamente dejándolos solos a los cuatro protestantes, avanzaron mas o menos unos veinte pasos y luego con la rapidez de un rayo comenzaron a vociferar palabras fuera de tono sobre ellos.
¡Fuera Traidores! ¡Viva nuestra Majestad! ¡Solo tú salvaras al Perú! ¡Muerte a los cobardes!
Obligando a estos hombres a arrodillarse frente a la imagen soberbia del señor Todopoderoso, bajo la atenta mirada del infame asesor.
Prolongadas ovaciones siguieron a este acto y todos los corazones parecían llenos de alegría; el del Soberano más que el de cualquier otro, seguía siendo el dueño de las voluntades de su gente, había salido victorioso en todos los campos. El mensaje gracias a sus innumerables huestes, confirmaba que seguía siendo el hombre que dominaba la nación en todas sus magnitudes.
No nos dirás tú oh poderoso señor que estas tan empeñado en conquistar nuevamente el poder, que si llegas a triunfar por segunda vez, nos lanzaras de una patada en él poto y traerás gente nueva, pregunto preocupadamente unos de los ministros franeleros.
¡No! No lo dirás tú oh poderoso señor, que estas tan empeñado en seguir la obra que has comenzado, le responderé yo, dijo el presidente del concejo de ministros. No saben acaso que nuestra Majestad es un hombre de palabras, que nunca nos fallará. No saben acaso que todos estamos comiendo de sus manos, entonces por que dudar de la palabra de nuestra alteza el señor de las oportunidades; Mi Majestad, si Ud. fundara una nueva religión, no lo dude yo seria el sumo sacerdote, le debo a usted mi lealtad, oh señor acógeme en tu reino.
Si bien escuche todo, les diré que nuestro plan es victorioso, y queda terminantemente prohibido comentar de ello, hay varias profecías que dicen: “Y será predicado el evangelio en todo el reino” yo les digo “Será pronunciado mi nombre por toda la nación” y no habrá lugar alguno que no se acuerde de mi, pueblo por pueblo escogerá nuestra alternativa de cambio. Contesto con soberbia su Majestad.
Ocurre exclamo con gran indignación que nuestros rivales dicen que no puedo volver a reinar en mi país. Yo estoy preparado para ser incluso presidente de la OEA, y estos mequetrefes dicen estar con buenas nuevas pues yo les digo: “... He aquí una gran multitud, esta pidiendo que me quede” y eso nadie podrá negarlo, la voluntad del pueblo es la voluntad de Dios.
Entonces interrumpió el director de uno de los diarios, nosotros si podemos impedir la entrada de los mensajes políticos de la oposición a nuestros diarios ¡Lo haremos carajo! Tendremos que frustrar así el propósito de querer sacar del poder a nuestra Majestad.
De hecho que lo haremos exclamo el director de un programa noticioso dominical en la televisión de señal abierta del país, hace poco días nomás llego un fulano con una carta de recomendación de un diputado, yo no lo recibí, pues quería tener un espacio político a favor de la oposición, primero que se entreviste con el asesor de nuestra Majestad le mande decir.
Está bien dijo el representante de la alta dirección, mantengámonos cada vez más atentos y frustremos toda tentativa de invadir nuestro territorio.
Al ir vislumbrando todo el inmenso plan, todos gritaron de alegría y se confundieron en un fuerte abrazo con su Majestad.
Pasaron los días y los meses, su majestad, el señor todopoderoso se paseaba insistentemente de aquí para allá, expresiones sombrías y amenazadoras, cruzaban su rostro. Era evidentemente que algo le estaba turbando.
¡No debe ocurrir!, Se decía entre dientes ¡El plan no puede fallar! Parece que mi plan fracasa, no veo avance, el pueblo pareciera no querer nada conmigo, mis propósitos se están diendo a la mierda.
Apresurado mando llamar a su plana mayor, para que rectificaran su programa, lo quiero para estos días carajo exclamo nerviosamente.
Así fue todos se ocuparon masivamente en elaborar la estrategia que el amo les había encomendado, duplicaron sus esfuerzos trabajaron noche y día para cumplir el cometido.
A los tres días informaron a su Majestad con estas frases: ¡Señor el programa esta listo! Nuestro propósito de seguir luchando sigue en pie, que vengan nuestros enemigos ¡Reelección o muerte venceremos! ¡Viva el Rey!, ¡Salve Dios a nuestro Soberano!
Temblando lleno de miedo, retrayéndose cobardemente en marcado contraste con su altiva figura de franelero, se acercó el príncipe de la nación, el congresista de las firmas falsas y dijo: Mi señor ¿se lograra el cometido? ¿Cree Ud. que ganaremos las elecciones?
¡Qué!
¡Como!, ¡Que mierda dices! Tronó el Soberano, casi sin poder controlarse, ¿Por qué no cuidaste mejor mi imperio?
Hicimos cuanto se pudo mi señor, pero de nada valió. han sacado a la luz unos videos donde su asesor esta entregando fajos de dinero a empresarios televisivos, periodistas y congresistas, nos están llegando las noticias que todo el país está indignado, han descubierto nuestra patraña, Dios nos cojan confesados mi majestad.
La escena siguió excede a toda descripción. El Soberano dio curso a su ira. Hasta el aire mismo parecía poblarse de un millón de espíritus malos. Sus príncipes mayores parecían agacharse intimidados por su terrible mirada.
Su Majestad enfurecido hablo un momento después; “Espero que tengan mejor informe”.
No mi señor no nos ha ido mejor en nuestro cometido, la gente ya no nos cree, respondió el sumiso.
¡Que! Bramó su Majestad ¿Has oído algo del paradero de mi asesor, busca a algún cojudo y preséntalo como fiscal y de inmediato allana el domicilio de ese miserable, pero ya, esto es ya, y ahora carajo.
Mientras en el despacho del soberano, un asustado congresista recogía un periódico que estaba tirado sobre la alfombra Persa del todopoderoso, y todo acojudado decía, mi señor parece que esta vez nos vamos a la mierda, todo está en contra nuestra.
De pronto suena el celular del Soberano, se trataba de su emisario coactivo, su seudo fiscal.
Señor se intervino la casa de su asesor y solo encontramos maletas de ropa y relojes finos, pero no encontramos videos algunos, este tipo debe de haberlas guardado en otro lugar, dijo el emisario.
Pero el día de la verdad llegó, su Majestad se marchó del país, y desde el Japón su tierra natal renunció a la presidencia del Perú.

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