los eternos y limpios cielos,

testigos de su necesario amar,

el luminoso rayo dejaron pasar,

hasta los verdes y cálidos suelos.

Con la febril mirada fatigada,

el apuraba las copas del amor,

quería besar solo carolas de flor,

para calmar su alma agitada.

Violenta pasión lo atrapaba,

no le importaba la oscuridad,

duras tormentas soportaba.

El roce lo hacía con suavidad,

rescatando una alma encantada,

sus caricias eran de calidad.

J.Jesús Ibarra Rodríguez.

Derechos Reservados. México

2013

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Comentario

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Comentario de SENDA el febrero 23, 2013 a las 6:35am

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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