Mi adorada princesa,
de corazón ardiente,
me angustio por verte,
con tu notable belleza.
Voy por calles desiertas,
en los crudos inviernos,
con unos largos silencios,
y las manos abiertas.
El mas amargo despecho,
ya me sigue con dolores,
eres mi sueño de amores,
que me quita lo maltrecho.
La vida me sorprendió,
el tiempo pasó huyendo,
como alfiler cayendo,
que en el pasto se perdió.
!Ah! pero un feliz buen día,
mi pasión debilitada,
ya no fue desamparada,
yo tus besos al fin tenía.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
D.R.México.2013.
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