Paráfrasis del ensayo
“El sueño de agua con luceros”
del libro “América, fábula de fábulas”
de Miguel Ángel Asturias.

Ciencia y literatura resultan antípodas tanto que un escritor contempla con "temeroso respeto" la temática científica sin atreverse a indagar. Ello desemboca en ocasiones en un menosprecio de los científicos por parte de los literatos pues no se valora lo que no se conoce. Este cisma, además, resulta en un desconocimiento de amplios sectores de nuestra cultura latinoamericana por parte de los europeos abocados a la técnica. El encuentro de ciencia y literatura abrirá horizontes para llevarnos a una civilización más humana. Este acercamiento también servirá a los investigadores que están al servicio de la tecnología de la guerra poniéndoles un freno a sus aspiraciones belicistas.
Trabajando codo a codo, escritores y científicos, podremos enriquecernos al producir ciencia humanista, abrir los ojos e imbuirnos de posturas más humanas respecto a superpoblación y a la guerra. Es necesario incentivar la curiosidad creadora impulsando a artistas en general a ponerse al día con temas de actualidad y que creíamos patrimonio exclusivo de la ciencia, estos temas se pueden volcar en ensayos, relatos e, incluso, en poesía. América necesita actualizarce en la ciencia puesto que en medio de una naturaleza inmensamente pródiga tiene bolsones de habitantes con necesidades básicas insatisfechas, con carencias de alimentos y condiciones de salud deplorables. Necesario es ampliar nuestros conocimientos sobre agricultura, ingeniería, medicina y otras temáticas; resulta ello indispensable para mejorar nuestro nivel de vida. Los escritores no deben aislarse, ya que, perdidos en su fantasía y elucubraciones intelectuales, terminarán pecando de ignorantes sin ponerse al servicio de esa población que necesita de ellos para humanizar la ciencia. Contamos con científicos responsables que los recibirán con los brazos abiertos en este encuentro entre estos dos campos.
Ya basta de preparar a nuestros estudiantes en las universidades para la acción política e insurgencia política permanente, la verdadera revolución es la revolución científica que nos impulsará a un mañana promisorio con las ciencias aplicadas, ello nos proporcionará un bienestar social del que hoy carecemos. Para esto debemos cambiar el contenido de nuestra capacitación y preparar tecnológicamente nuestros claustros universitarios. Debemos sacarnos la venda de los ojos y apuntar hacia una ciencia más humana y sacudirnos lo vetusto de nuestra formación académica.
Parte de la ciencia consiste en la utilización de la maquinaria adecuada para reducir el trabajo pesado del hombre, disminuir costos, combustible, tiempo y dinero.
Añoramos la ciencia de nuestros ancestros que crearon ciudades fabulosas, unas matemáticas que aún falta terminar de descifrar, música, poesía, etc. Será necesario desenterrar estos conocimientos e impulsarlos hacia delante. Centroamérica fue testigo de esa gran civilización y de ahí quizás el temor con el que el hombre de esas latitudes mira la ciencia. Quizás sea una reminiscencia de hechos del pasado, cataclismos y/o desastres naturales en el que el Hombre tuvo alguna responsabilidad. De todos modos esos saberes adormecidos nos servirá para parir una revolución a escala humana y emplear todos esos cerebros que están fugando atropelladamente y enriqueciendo los países industrializados que nada aportaron a su formación. 

Delia Checa - D .A. R.
Mendoza, Argentina - Octubre 2022

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Respuestas a esta discusión

Delia: Excelente ensayo entre la ciencia y la literatura donde nos invitas a pensar. Te felicito por tu creación. :) 

Te agradezco de corazón, Silvana. 

Me alegro te haya gustado. 

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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