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EXORDIO
MILAGROS HERNÁNDEZ CHILIBERTI: ESE SER MARAVILLOSO
QUE CREE EN EL MISTERIO
POR
CARLOS GARRIDO CHALÉN
“Yo soy ese ser que cree en el misterio”, el poemario de la prestigiosa poeta y lingüista venezolana Milagros Hernández Chiliberti, que obtuviera por su mérito, la segunda presea del Primer Premio Mundial de Literatura “Municipalidad de Aguas Verdes”, Versión Poesía 2008”, es, por su intensidad, sentimiento, ritmo interior y fuego innato, uno de los libros más brillantes, que se han escrito en el Continente en la última década.
En él, Milagros Hernández Chiliberti, Presidente Colegiada de la Unión Hispanoamericana de Escritores,
logra galopar con gran talento, territorios del desconcierto de los que sale invicta pletórica de sueños. Cree volar y vuela. Cree amar y ama. Cree caminar y lo que hace es prestar sus alas para que otros vuelen, caminando. Porque en definitiva es ella y los que lo rodean; los que la rodean y ese mundo maravilloso que acuna en sus entrañas de tanto entrar y salir de la ternura.
En “Yo soy ese ser que cree en el misterio” la poesía, se convierte en una sinfonía de sonidos que su autora inventa para celebrar la fiesta que habita en sus vertientes, en su regazo de hembra invulnerable, pero a la vez propensa a la sensibilidad más absoluta. Es por eso celebración que contagia, navío de oro que invita a un abordaje, que con seguridad, no comprenderán jamás los que no tienen alma y los abate el egoísmo.
Eres ese ser que cree en el misterio,
que comulgas de mágicas ideas
y extiendes tus alas de luz
para volar.
Hostiario de metáforas
como un cofre menudo
de un aforo infinito.
Cualquier tarde tu mente de bitácora
sacará de ti, tu tesoro más puro,
que es tu herida abierta de fértil lirismo.
En el pan sagrado de un sueño
comulgaremos de mágicas ideas
redondeadas y mojadas en vino seco
y ebrios de amanecer,
encontraremos tu palabra victoriosa.
Y te dices pequeño
con toda tu grandeza
de sentimiento inmenso.
Cuando descubres tu tristeza
tu metáfora se parece a mi sed
y tu canto al filo de mi fantasía.
Y si tu risa surge en la quimera
cual poeta, yo la asocio con la fe
que quiere rescatar la poesía.
En el nocturno canto existe algo sublime
como una huella interna proyectada,
como un anhelo de luz, una llamada,
un encuentro fugaz con lo imposible,
un recuerdo, un dolor, una ansiedad,
un amante que lucha contra la vacuidad
un beso, una boca, un deseo, una mirada,
y la total entrega del alma vehemente,
la lágrima que flota o en la nada se pierde,
pero vuelve a la vida para intentar amar
en forma de parábola..
Es con esa misma intensidad, con la que Milagros Hernández se afinca a la certeza y toma los cielos de su urgencia, que es a la vez su propia necesidad de vida, para trasmontar destinos e imaginarse volando, mientras el sol se humilla en su pecho y sus senos victoriosos – jamás agredidos por la ignominia - flamean para iluminar y hacer feliz a los hijos del futuro. Esos que sólo procrean los soñadores, los inventores del ideal, los poetas enamorados de las nuevas posibilidades del mañana, los desquiciados, los locos de remate y los íntegros de corazón, es decir nosotros.
Nada entonces resulta tan eco de la certidumbre que su propia constatación, que ese semillero de luces que propone, pues cuando camina empuja, pero también atrae, como si fuera un cometa atrayendo en su impulso celestial la fuerza gravitacional de todos los planetas que le son afines. Y también los que no son, pero que al final terminan por reconocerla vital y victoriosa para toda la vida.
Fue la mañana y la noche
del primer día
y la semilla fue sembrada
en el campo fértil,
de los ojos poblados
de pestañas borrachas
y ebrias consonancias.
Yo caminaba y creía volar,
mientras mis entrañas
las acariciaba el viento.
Y se abombaban por los sueños
inducidos y atrapados.
Y una maraquita de filigrana
inventaba en mis oídos
una melodía para el corazón.
Porque nunca fue la hora del llanto,
siempre fue pospuesta
para ese futuro que se aleja siempre,
pues llega en presente
con las manos dulces
sobre una tristeza,
con las manos blancas
sobre una esperanza.
Y no me di cuenta que el segundo día
fue cuando en mi vientre surgió otro universo
poblado con astros
de alguna galaxia.
Es allí en ese nuevo Universo creado por su alma, en donde la palabra abunda generosa. Pero no la que se descuelga de los alisios que mueven las banderas y que luego decae con la brisa, sino la palabra de un Dios imposible de ignorar, que milita con ella, sabiéndola poeta, en ese oscilar de Planetas que construyen sus versos.
Fue mi primavera de flores ocultas
fue mi primavera que estuvo atrasada.
Y en el día tercero la madre fue padre,
con los senos llenos,
con el vientre acre
escondido en velos de mujer sonriente
novia clausurada,
con las flores vivas y la luna inerte.
Y en el cuarto día la madre fue hermana
en las jugarretas
retozo inocente,
del canto sin voz
y el juicio clonado para aquel dictamen
de amor implantado
sobre la equidad,
del amor tendido en sábanas santas.
Yo caminaba y creía volar
cuando el quinto día fui colonizada
por otro extranjero
que brindaba espejos y cuentos con rayas,
y una lucha inmensa libré
sin espadas,
recobré mis tierras
pero fui marcada.
Colonizada o marcada, en lucha sin igual o descansadas sus armas, Milagros Hernández Chiliberti demuestra ser poeta de kilates, para llegarnos con una mística que contrasuelea a la tristeza. Pero que a la vez se nutre de sus dilemas existenciales para ponerle motor a la poesía, que como una granada de mano conciben sus esquirlas.
Y en el sexto día fui simple mujer
que creí encontrar,
mi precioso amado,
viendo en el reflejo de mi propia imagen
mi precioso encanto,
que se había escondido de cada mirada
que se había enredado entre mis entrañas.
Disfrutó mi risa y yo sus palabras;
y haciendo un esfuerzo
sobre mi cansancio,
le expliqué mis penas, le explique mis ansias
le entregué mi frente, le entregué mi espalda
acepté su enredo, acepté sus mañas,
bendije su suerte, bendije sus trabas.
Y en la madrugada del día de descanso
no me comprendió mi inquieto quebranto:
yo no era perfecta... a veces fallaba…
El ser humano que la habita, la poluciona hacia arquetipos que le son imprescindibles, para confrontarla con el amor, que en circunstancias de fe oxigena su alma, pero también la llena de avatares. Y es en ese correveydilismo – por crear un neologismo – que ella se encuentra con su propia magia, esa que no nace de los efluvios del enemigo complotante, sino de su facilidad genética por concebir horizontes para sus dilemas de poeta enardecida. Es allí donde Milagros muestra su conmiseración humana y se potencia para llevarnos, sin querer o queriendo, al río de su propia equivalencia, en donde a punta de decires, multiplica.
Se sintió impaciente
y yo diligente,
tuve que entender su alma cerrada.
Comprensión eterna yo le había jurado
y ahora él ya comprende:
pude amarlo tanto.
Yo caminaba y creía volar…
pude amarlo tanto. Pude amarlo más.
Es en ese mástil, o mejor en ese andamiaje estructural de conceptos definidos, que la poesía de Milagros se agiganta. Pero más que esa elevación, se posa en su real sitial, para demostrarnos que el amor lo puede y admite todo; y que cuando es verdadero no importan los misterios aún no descubiertos ni los desvaríos. En ese capitular de sombras es que nace la luz verdadera de una creación diáfana, que ni los más mezquinos podrán ignorar.
Ella es por eso, ese ser que cree en el misterio y esa misma aeda que rompe tableros para que ”los otros” – los que talabartean al costado de la misericordia y aúllan su decoloración marchitados por la muerte - se den cuenta que vuela y que al volar existe y al existir es dueña de todos los fuegos y todos los topacios, del aire de la inmortalidad y la vorágine de todas las palabras que al convertirse en poesía adquieren la nobleza del cielo inmarcesible.
Yo soy ese ser que cree
en el misterio,
ese poeta que sus líneas
abraza,
soy ese pintor que besa
su tela
y en las mañanitas
se declara en celo.
Ese guerrero que nunca
siente la derrota
y a cada segundo vuela,
a cada segundo canta,
a cada segundo sueña,
a cada segundo llora…
Soy ese formato ondeado
de la madre triunfante,
de senos impregnados,
de silla en las caderas,
y mimos de diamante,
con palabras de profeta
y manos de alfayate…
Y ese cuadrado sujeto
que a través del tiempo
ha conjugado el amar
en pretérito perfecto,
en presente indicativo
en futuro subjuntivo
y en per sécula inmortal…
Soy insaciable vacío,
ese sepulcral mutismo,
esa intención de caricias,
esa presente confianza,
esa desproporción sensitiva
que se acomoda en el viento,
y que en las tantas noches tristes
se nutre de la inquietud.
Afanoso disfruto
mirando entre chubascos;
como cae la tarde
en el cenit del sol
y no soy ni la duda, ni tampoco el fracaso
porque en mí canta el cielo
y se hace la luz.
Soy el Orinoco entusiasmado,
jugueteando con la arena,
y por las piedras bajando
a gemir en el rosal.
Soy corriente de silencio
que saluda al Magdalena
suspirando en el sendero
del andino firmamento.
Soy hermana del musgo
que se borda entreverado
haciendo puntos de suenan
eco, suspiro y canción.
Soy por ello el libre verso
que no lo ancla la duda
soy el tropo circunspecto
de la sombra matinal
el fuerte grito del cielo,
que labra los pensamientos,
la magnolia de los valles,
el ichu del manantial.
Pero puedo ser del llano
el arpa en noche de luna
y las coplas ir rimando
en la paz del papayal.
Soy el Salto Ángel cayendo
como cascada inclemente,
y voy puliendo las piedras
como se agranda mi cuenca
Mientras proyecto el sonido
de mi manto cristalino
en un viaje a las estrellas
me nutro de sol y grana;
soy el milagro que sueña
con el Niágara divino
y en las aguas que revientan
me fortalezco de paz.
La venezolana nos muestra en la intensidad de sus versos que no vive solamente; que en su “estar” todo lo enerva y confidencialmente gratifica, para que el mundo pueda asistir al ceremonial de su abordaje delirante. Porque el amor sentido delira y se contagia, hace de sus conciliábulos una oportunidad para que el corazón se entrene en la alegría. Pero también en la pasión de los amantes.
Oblicua en la madrugada, suelto mis redes al aire
y en el océano del sueño me quedo a vivir mi paz
y pájaros navegantes proclaman su amor al viento
y sumo recuerdos gratos en ese seis sin final.
Lanzo ahogadas señales cronológicas y eternas,
y me vuelvo la clepsidra que anuncia la hora al mar.
Todo es azul y es intenso, en el oráculo de Delfos
y en la cabaña afanosa de mi corazón la vida
estrena una palabra nueva
que acompañe al verbo amar.
Es en ese “amar” que la obra de Milagros Hernández Chiliberti se ilusiona y potencia generosa. La ilusión abre sus alas a la benignidad de la entrega incondicional y ella termina siendo ofertorio para el amor más protagónico. Sobre esa base irrumpe una poesía que tiene altura y también los colores del célico arco iris y esa intensidad que hace amainar los vientos y da al corazón el beso de la vida.
Carlos Garrido Chalén
Destacado escritor peruano, Presidente Ejecutivo Fundador de
la Unión Hispanoamericana de Escritores,.
Premio Mundial de Literatura, “Andrés Bello” versión Poesía 2009 de la SVAI
Premio Nacional de Poesía Copé, Lima (1993). // Premio Bienal Nacional de Poesía Casa del Poeta Peruano (1992) Lima, entre otros.
PRÓLOGO
Podría suponer a priori mi ejercicio en estas líneas de hermeneuta sobre los textos de Milagros Hernández Chiliberti, tratándome yo de una poeta al uso ante una autora, reconocida con el “Premio Mundial de Literatura (Versión Poesía) Municipalidad de Aguas Verdes, Perú”, como una excelente ocasión para expresar mi admiración hacia esta dilecta poeta y educadora venezolana, nacida en Altagracia de Orituco, preciosa población llanera del estado de Guarico a los pies del majestuoso y natural pulmón de la Cordillera de la Costa, un lugar en el que ser poeta o artista es casi un ineluctable compromiso por la armónica hermosura de la tierra.
Efectivamente, el conocer a nuestra poeta en la vertiente humana y luego participar en la lectura de sus composiciones, estimula un particular sentimiento, ocasionado por la deliberada intención de extraer un epítome objetivo de su poesía galardonada en el plano mundial. Para ello he de tomar la conveniente distancia desde la cual pueda volverla a localizar en sus versos, para revelar con una actitud más ecuánime las notaciones que a través de sus privativas y sensibles derivaciones alegóricas, me han hecho llegar a las ciertas particularidades concernientes al poemario y a la autora.
Mi desarrollo indagatorio por la labor que me corresponde como prologuista, parte desde el génesis del vocablo prólogo y su significado etimológico proveniente del griego PRÓLOGOS: tomado de pro (antes) y logos (Yo hablo), es decir: introducción escrita al comienzo de un libro. Desde el proscenio del “antes” a partir del cual he podido contemplar, por inexorable inmersión en su lectura, los poemas de “YO SOY ESE SER QUE CREE EN EL MISTERIO” y dando paso al posterior “logos”.
Mi primera impresión es que estoy ante un libro escrito en su mayor parte como una gran oda al amor. Una emoción que evoca cada verso de Milagros como la cúspide final que tal vez algún día todo ser humano debería alcanzar. Poseída a veces por la propulsión indómita del encuentro con el amado, su cuerpo alado se dispone al vuelo. Y a este vuelo nos eleva con su excelso aunque fresco lenguaje poético, no exento desde un punto de vista formal de formas métricas acertadas y de un opulento uso de versos de arte mayor, que, a la vez de sus atinados ritos metafóricos nos comunican su destreza poética.
Es espacioso el efecto comunicador de la autora que ,aunque no lo pretenda, alcanza al lector, por hallarse en empatía con alguno de los distintos estados de ánimo mostrados en, los textos en grados de diferente trascendencia de planeo aéreo, constante de este nuevo trabajo de Milagros.
Así es que se produce una progresión a medida que avanzamos en la lectura del libro que se abre con “Un poeta visto por otro”, primera composición que desde sus versos iniciales nos conduce considerando el título de esta obra, a una primera pista sobre la,,autora que puntea al poeta como a si misma: “Ese ser que cree en el misterio” :
Eres
ese ser que cree en el misterio,
que comulgas de mágicas ideas
y extiendes tus alas de luz
para volar.
Milagros Hernández Chiliberti, ejerciendo la contemplación de su propio reflejo, se presenta con estos versos que nos introducen a modo de epígrafe , de poema-pórtico, en toda la textura de este poemario. Ni un momento decaerá la altura poética de este vuelo de experiencias, sentimientos y deseos.
El lenguaje se dispara en significados múltiples, con una movilidad que impide pararse en la superficie denotativa de la palabra. Con toda la capacidad de sugerencia para ir más allá de los hechos concretos. El ritmo, conseguido por la excelente puesta en marcha del entramado metafórico, hace que las composiciones además sean dulcemente sonoras.
ha conjugado el amar
en pretérito perfecto,
en presente indicativo
en futuro subjuntivo
y en per sécula inmortal…
El amor, como atemporal, lo ha conjugado en todos los tiempos verbales. Ese amor absoluto que no juzga ni busca perfecciones sino que crece en el descubrimiento de las mismas.
La disputa de los sentimientos reales y las contradicciones; el fino erotismo que se muestra en la sensualidad de los encuentros de las madrugadas de amantes, consustanciados en la experiencia de las pertenencias, de los palpitares y fluidos , son rituales escritos en un libreto de renovación constante del que nadie ha de ser conocedor, salvo en parte el lector, por destinatario de estas confidencias sobre los entresijos de la entrega amorosa.
La feminidad , el prodigio de la maternidad, el rescate del niño interior, el cromatismo de las sensaciones, las pocas pero no ausentes contradicciones, son en definitiva, algunos de los Milagros de Milagros Hernández Chiliberti, con los que nos podemos encontrar en este sublime “YO SOY ESE SER QUE CREE EN EL MISTERIO”, poemario que la autora dedica a Hilmar, su “primera metáfora ejemplarizante”, y cuya lectura les recomiendo a todos los sensibles seres de la tierra.
Si fuera por mis sacrificios
me llamarían
Silencio,
por mis anhelos
me llamarían
Paciencia,
por mis conflictos
me llamarían
Dolores,
o por mis tristezas
Soledad
me llamarían...
Nos ofrece esta gran autora la coyuntura en libertad de cierre de estos versos sinceros que concluirá cada lector al que se invita a la vez a ser un poco coautor sumándose a este vuelo iniciado ,que solo a cada uno de nosotros le corresponderá el finalizarlo.
Carmen Castejón Cabeceira
Destacada escritora española
Presidenta de ASOLAPO-ESPAÑA,
Directora de PoesíaTV
Fundadora y presidenta del MOVIMIENTO MUNDIAL POR LA LAZ ,"LA PAZ ERES TU"
ARGUMENTO
Al adentrarnos en el poético mundo de;”Yo soy ese ser que cree en el misterio” creado por la magnífica escritora Milagros Hernández Chiliberti, nos enlazamos con letras que son perlas engarzadas en finos hilos de sentimientos, expresados con total maestría y amor, mostrando en ellos una mujer dulce y sensible de valores probos con mente abierta; un ser que manifiesta la libertad de sentir y compartir, en elocuentes manifestaciones de su entorno intimo, espiritual y místico.
Gemas preciosas de la literatura, son estos poemas por su alto valor y elocuente contenido emocional, con una filosofía existencial que pareciera llevarnos de la mano de la autora, con total destreza del manejo metafórico, a revivir innumerables situaciones del sentimiento lírico.
La lectura de este poemario me ha dado una impresión de esas que quedan marcadas en la esencia. He sentido una artista que entrega su historia existencial o parte importante de la misma, siendo la misma profesional que se ha labrado y forjado un sitial de honor en la sociedad, especialmente en este mundo de la poesía..
En sus poemas encontramos que define a un poeta cómo hostiario de metáforas. Transmitiendo la existencia de dos soles, seremos capaces de observarlos como senos que brindan felicidad a los hijos del mundo. La empatía de poeta y poesía, llega al lector como un ser que no conoce derrotas, un arpa que se escucha en el llano, o el inconmensurable Salto Ángel. Soltando redes en las madrugadas sueña con la paz, viajando como una hoja en pos del amor, se aferra a la dicha que proporciona la eternidad.
Con el valor de decir, “te necesito” y afrontar las consecuencias del idilio, le musita al amado: “sueña conmigo en mediodías de persianas semiabiertas y noches silentes de luna clara”. Y el triunfo del amor se manifiesta en el asombro de la concepción de nueva vida en su vientre.
Un tours de inconmensurable sensaciones, culmina aconsejándonos a buscar nuestro niño interior, ese que “se burla de los errores, se enternece con flores y nunca se hace viejo”.
Nancy Beatriz Fuentes. N€nf@.
Destacada escritora Uruguaya residenciada en Venezuela.
Premio Mención Pluma Ilustre en Poetas del Mundo.
Premio Quijote de Oro 2009 y Premio Arcangelli, entre otros.
Etiquetas:
hermoso, simplemente encantador, y mas que real lo que se plasma sobre Milagros Hernandez..... un ser excepcional, poseedora de gran talento
FELICIDADES!!
Gracias, querido Marco, amigo activo y gran colaborador.
Te enviaré un ejemplar.
Un abrazo
Querida Mab. Gracias.
Espero te recuperes pronto y completamente de tu salud.
Un abrazo
Ya lo dije:
Yo soy ese ser que cree en el misterio”, el poemario de la prestigiosa poeta y lingüista venezolana Milagros Hernández Chiliberti, que obtuviera por su mérito, la segunda presea del Primer Premio Mundial de Literatura “Municipalidad de Aguas Verdes”, Versión Poesía 2008”, es, por su intensidad, sentimiento, ritmo interior y fuego innato, uno de los libros más brillantes, que se han escrito en el Continente en la última década.En él, Milagros Hernández Chiliberti, Presidente Colegiada de la Unión Hispanoamericana de Escritores,
logra galopar con gran talento, territorios del desconcierto de los que sale invicta pletórica de sueños. Cree volar y vuela. Cree amar y ama. Cree caminar y lo que hace es prestar sus alas para que otros vuelen, caminando. Porque en definitiva es ella y los que lo rodean; los que la rodean y ese mundo maravilloso que acuna en sus entrañas de tanto entrar y salir de la ternura.
En “Yo soy ese ser que cree en el misterio” la poesía, se convierte en una sinfonía de sonidos que su autora inventa para celebrar la fiesta que habita en sus vertientes, en su regazo de hembra invulnerable, pero a la vez propensa a la sensibilidad más absoluta. Es por eso celebración que contagia, navío de oro que invita a un abordaje, que con seguridad, no comprenderán jamás los que no tienen alma y los abate el egoísmo.
Mi querido amigo Carlos Garrido Chalén , compañero en la Presidencia de la UHE y hermano en los caminos de Dios... Tu dialéctica lírica es la sangre que nos une. Ese exordio que has realizado a mi libro, lo considero un tesoro de lineas que conforma una metapoesía a mi poemario.
Te estoy sumamente agradecida.
Milagros
¿Cómo hacer un comentario a la obra de Milagros Hernández Chiliberti, nuestra amada Mila, sin quedarnos insuficientes en la apreciación?
Los ensayos que inician la presentación del poemario son profusos en ideas, pues sus creadores han asimilado este libro de maravillas que nos anuncia emociones y belleza.
Son tres pórticos ejemplares de poetas con obra significativa: Don Carlos Garrido Chalén, nuestro Presidente Ejecutivo, Carmen Castejón Cabeceira y Nancy Beatriz Fuentes dan el golpe en el portal y nos invitan a recorren el espacio de la poesía.
Habrá tiempo para leer y sentir esta obra. Por el momento dejo aquí el emocionado saludo a un libro que tiene en sus secretos el misterio del ser.
Un beso, querida amiga.
Alejo
Mi querido amigo y hermano Alejo:
Por personas tan ejemplares como tú, yo soy ese ser que cree en el misterio de la creación divina.
Gracias. Un abrazo
Hoy, mira a las estrellas
Se postraran a tus pies.
Felicidades.
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