Cuando atravesé la línea
el tren me pasó tan cerca
pitando, carretera a Lourdes,
y yo por adelantar, qué susto
esta tarde cuando no bajó la aguja
que no existía.
O cayó la aguja sobre mi carrocería
en Escalante y Lucía y Marlene
se miraban asombradas mientras a medio metro
pasaba la bestia primigenia de las 6 p.m.
Nada le pasó al coche,
Nada, que llegó de pronto la noche
e inventó la rima de la cerveza fría
y el vino blanco para las poetas.
Siempre hay un tren que se lleva
a un anciano al otro lado,
literalmente lo transporta en Otoya
hacia el olvido.
Yo espero no ser ese anciano
con su sordera a cuestas,
aunque ya me cueste soñar con el poema
que en mi infancia puso tren a los rieles
por donde pasé haciendo equilibrio
en pantalones cortos.
Amén, ve a la misa del domingo
aunque cueste creer en la liturgia.
De un nuevo libro inédito
Derechos de autor protegidos por ley
Comentario
Gracias, Críspulo, por tu mensaje, abrazos
Gracias, Delia, sí, casi casi, abrazos
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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