De Orihuela a Valencia, de mis tristes ovejas
al camino de poeta,
en ómnibus casi destartalado,
de Valencia a Madrid
el tren es lento traqueteo, escucho su silbo
casi vulnerado,
me volví perito en lunas,
un experto que divaga entre sus versos
de amores casi imposibles.
Mi pantalón a rayas blanquecinas,
mi chaleco, mi afán de sueños
vientos del pueblo me animan,
me llevan,
con carnívoro cuchillo me exterminan,
pero sigo en pie, con mis zapatos
casi nuevos, y el rayo que no cesa
me increpa y dilapida en versos,
voy recostado a la ventana,
ya diviso los páramos amarillos de Castilla la vieja,
acaso Alexandre, Lorca, Alberti, Guillén
y un tal Neruda venido de allende los mares
verán mis poemas primerizos.
Vientos del pueblo me llevan.
No voy armado más que con el sueño
de dejar en palabras la orilla de mi sangre.
El tren deja su cansancio en la estación.
He de partir a buscar un día
una salida más festiva que esta muerte.
Siempre fui enemigo del odio; vuelvo en tren.
Adolescente iluso baja en el andén del aire,
todos los tonos grises y marrones
se disputan la banca donde una tal Josefina
me sonríe.
Van quedando diseminadas las semillas,
flores y versos a la vera del olvido.
Comentario
Gracias, Críspulo, abrazos
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