Una mañana 

 me levante confundido,

quería olvidar los miles de problemas

que me rodeaban

y

deseaba huir del mundo. 

 

Comencé hablar

tiernamente con mi interior,

para buscaba

la sensibilidad en  mi ser alma,

 la empatía en mi alma

y

los sentimientos en mi corazón. 

 

No deseaba  perder  la cordura

ni  la calma,

luchaba con los demonios

de  mi interior, 

en especial

con  las cosas que no podía cambiar..

 

Cerré mis ojos

mi espíritu se separo  de mi cuerpo

comencé  a levitar 

a mundos distantes,

deje atrás

las preocupaciones,

las desavenencias 

y

cubrí mis oídos con mis manos

para no escuchar  

los gritos de la gente,

de repente

todo  enmudeció

al caer la noche. 

 

Sin darme cuenta

llegue a un mundo sin fronteras,

ahí  no existían   

las barreras,

los impedimento

y

la indiferencia.

  

Todo era felicidad,

el sentimiento de mi ser

 afloro nuevamente

y

lo entregue  a la humanidad

para que tuviera paz

otra vez.

 

Mi interior

pensó  en el amor

y busque la mujer que amaba

en mi mente,

me fui  con ella de escapada

hasta el amanecer,

pero de repente

mi sueño se desvaneció

cuando ella volvió  

a tirarle  sal a mi herida

y regrese a mi cruda realidad

de mi vida,

cuando sentí

su filosa espada en mi garganta.

 

 Autor: Santos M. González

Derechos reservados de autor

 

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