Una pluma de gracia

[BEATRIZ OJEDA]

Una pluma de gracia

 

 

Cae la noche lóbrega deletreando blasfemias.

Es humano el designio de los que lanzan verbos

de endemoniados centros.

Es humano el designio de los que emanan mieles

orladas de ternura.

Es el registro arcaico de la esencia que oscila

entre las marejadas de los arpegios rotos

y las brisas albinas de los que siembran gozo.

 

Nada es improvisado.

Está escrito en el centro de la página viva

que el mundo se compone de oscuros retrocesos

y de albinas auroras.

 

Inútil es desear que la bondad sea reina.

No es así que funciona esta rueda que gira

con sus ojos abiertos

con el grito funesto

y una flor enlazada en el circuito previo

donde el duende del bien trasmite sus reseñas

de beatitud y gloria.

 

En este laberinto donde el hombre se interna

se pierden los controles

y la serpiente muerde

al que está desprovisto de virtudes y bríos

para esquivar el diente irritado en la noche

maligna.

 

Pero algunos se arropan en su mantón bordado

de bondad sempiterna

y atraviesan el túnel con luces en su frente

y sus manos son siembra

y sus plantas son huellas que abaten las espinas

su mirada es un bálsamo

su boca una sonrisa

y su pecho es un cuenco donde el débil se apoya

seguro y protegido.

 

No es posible anhelar que todos nos amemos.

En esta escuela anciana se aprende o se repite.

Algunos logran ser alumnos distinguidos

mientras otros repiten mil veces su estadía

para lograr entrar a su espíritu denso

e iluminarlo un día.

 

¿Acaso no sabemos que la dueña del tiempo

generó una premisa necesaria y perpetua?

 

Ascenderá a las gradas de los templos lumínicos

quien haya trasmutado la oscuridad del alma

y luzca en su semilla

una pluma de gracia.

 

 

Beatriz Ojeda

Derechos Reservados

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

¡Maravilloso poema, Beatriz Ojeda!

[Maria Beatriz Vicentelo Cayo]

Ascenderá a las gradas de los templos lumínicos

quien haya trasmutado la oscuridad del alma

y luzca en su semilla

una pluma de gracia.

 

¡Ah Beatriz gran verdad en esplendentes metáforas las que aciertas!

El hombre tiene tanto de virtuoso como de pecaminoso o deshonesto, no hay ser puro, no lo hay!  Y bueno en algunos hay un desbalance,  en unos más virtudes que pecadillos y viceversa.   Somos como un jardín que tiene muchas flores y por ahí un pericote con su madriguera.

Mis reverencias distinguida poeta!

Graciassssssssss

¡Excelentísimas letras que se leen con suma admiración y complacencia!