UNA LAGRIMA CUAL DIAMANTE ESCURRÍA
Ya con la débil luz gris del ocaso,
le vino aquel arrebato amoroso,
bajo un alto árbol muy coposo,
y la blanca luna llena de paso.
Le dio lleno de amor un suave vaso,
con el más dulce néctar que lo incitó,
y un lindo poema él le recitó,
que ayudó a que le hiciera caso.
Entre nubes su alma ligera corría,
y las ardientes fantasías vinieron,
su vida de joven así transcurría.
Hasta las flores allí se conmovieron,
una lágrima cual diamante escurría,
y por su alegría otras le corrieron.
J. Jesús Ibarra Rodríguez.
México. D . R .
Comentario
Elias Antonio Almada, estimado amigo escritor, bienvenido a mis letras.
Celebro que te hayan agradado. Un fuerte abrazo fraternal.
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