UBICUIDAD

 

Puedo estar en tu orilla, bien mío, sin abandonar mi covacha de ermitaño que tú has visitado en alas del pájaro del sueño, ágil y fuerte.

.           Tú puedes estar en mi covacha, bien mío, sin abandonar tu orilla de suelo asfaltado y sin exponerte a los latigazos del las embravecidas olas.

Sólo tengo que imaginar que estás conmigo.

Sólo tienes que imaginar que estás conmigo.

Y el prodigio de la aproximación entre nuestras dos almas separadas por muchas leguas de distancia que parece infinita, se materializará.

Y tú me abrazarás con la misma fuerza sentimental que la primera vez.

Y yo te abrazaré con la misa fuerza romántica de la primera vez, hace milenios.

Y el abrazo nos transformará en una sola persona.

Y gritaremos cual niños caprichosos.

Y tú besarás, con tus labios trémulos de felicidad, cada porción de mi cuerpo envejecido por el paso atroz de los años.

Y yo besaré, con mis labios resecos y felices, cada parte de tu joven cuerpo.

¡Es que tenemos, bien mío, el don de la ubicuidad y el prodigio de un amor sin medida!

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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