Había una vez un niño llamado Miguel, él estaba muy contento porque esperaba la llegada de la navidad. Su madre Ivette le dijo: “Tienes que acostarte temprano. El niña le preguntó, a su madre: ¿Por qué es importante la navidad para las personas?
Su madre le dijo: “La navidad es un momento muy especial, porque celebramos el nacimiento de nuestro señor Jesucristo y lo hacemos una vez al años entre diciembre y enero, como sucedió en hace mucho tiempo en el pueblito de Belén”.
Miguel se fue a su cuarto, se acostó en su cama y al poco rato se quedo dormido, comenzó a soñar que María y José caminaban para buscar posada, ella estaba embarazada y los dos deseaban un buen lugar para alojarse, pero no encontraron ninguno disponible. Un buen samaritano le ofreció su establo era lo único que tenía para ofrecer y pasarán la noche tranquilamente.
Esa noche María dio a luz un niño. Lo envolvió en sus tiras de ropa limpia. José limpio uno de los pesebres donde comían los animales, lo llenó de paja calienten y seca. María acostó el bebé recién nacido entre la mula y el buey. Lo llamaron Jesús, como Dios le había pedido.
Cerca de la ciudad Belén, habían unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas, de pronto se les apareció el ángel del señor. Los pastores se asustaron mucho, pero el ángel les dijo: no tengan miedo, porque les traigo buenas noticias. Hoy ha nacido en el pueblo de David un salvador. Lo encontrarán envuelto en pañales y durmiendo en un pesebre. Los pastores se dirigieron al pueblo, llegaron hasta el pesebre para ver al niño Jesús, se arrodillaron frente a él, llenos de alegría y lo adoraron.
En tierras lejanas del oriente, había tres hombres muy sabios que se dedicaban al estudio de los astros. Ellos habían descubierto una nueva y brillante estrella en el firmamento. Esto significaba que había nacido un rey. Los magos emprendieron un largo viaje por doce días y doce noches.
La brillante estrella les mostraba el camino a los tres reyes magos, guiándolos hasta que llegaron a la ciudad de Belén. Los sabios entraron al establo y vieron al niño Jesús con su madre y su padre María y José, en un pequeño pesebre entre la mula y el buey. Enseguida lo reconocieron que era el rey a quien estaban buscando, se arrodillaron y lo adoraron. Los reyes abrieron sus cofres para obsequiarles preciosos regalos, oro, que significa la riqueza y el poder, incienso, como símbolo de adoración a Dios, mirra es una sustancia perfumada que simboliza el reconocimiento al hijo del hombre que había de sufrir y derramar su sangre para salvar la humanidad.
Al amanecer el niño le contó el sueño que había tenido a su madre, esta la abrazo y juntos abrieron los regalos de la navidad.
Ivette se asomó por la ventana y dijo” Por ahí vienen los jibaros, bajando desde las montaña, traen arroz con gandules, pasteles morcilla, un rico lechón y también con un tremendo parrandón”.
En la mañana llegaron los abuelos de Miguel. le trajeron unos hermosos regalos y su tía Brenda no se quedó atrás. Le entregó una hermosa tarjeta navideña que decía: “El regalo de amor, el regalo de paz, el regalo de alegría te lo deseamos a ti, en esta navidad”.
Ivette muy emocionada dijo :”En estos momentos gratos, llenos de alegría y felicidad hoy quiero decirles cuanto los amo y cuanto los quiero, les deseo lo mejor a todos ustedes y que pasen una “Feliz Navidad, un Prospero Año Nuevo de todo corazón” y muchas… felicidades.
Autor: Santos M. González
21 de octubre 2009
Dedicado a mi hijo, a su madre, a su tía Brenda y a sus abuelos...
Feliz Navidad..
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