SONETILLO LXVII
¡Tanta tristeza, Dios mío,
Me acongoja y me atormenta!
En mi vida se aposenta
La creciente de un gran río
Que me lleva al desvarío
Y la demencia se asienta
En mi calma y la fragmenta
En tinieblas y vacío.
Sólo lamentos y llanto,
Pesadumbre, estupidez
Me sirven de compañía.
Ya la belleza del canto
Es apenas insulsez
En mi dormida alegría.
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