¡POBRECITO DE MÍ!
¡Pobrecitos!
los dueños de la muerte
que solos han de estar
en la de ellos,
sin una flor, una lágrima,
ni un rezo, ni siquiera en la historia,
un recuerdo.
¡Pobrecitos!
los dueños de la vida,
poderosos dioses del dinero,
que acumulan cargos y fortunas
¿que han de sentir?
cuando ven en las esquinas
el hambre en los ojos de un chico,
que pide por favor, una moneda.
¿Que han de sentir?
cuando muere un desnutrido,
quienes son gobierno, elegidos
para paliar esas necesidades
y se llenan de excrementos
los bolsillos.
¡Pobrecitos!
aquellos que creemos
y andamos por la vida convencidos
que todo ha de ser mejor,
inocentes, ilusos,
por creer y ser creyentes,
por tener enterradas utopías
y andar con esperanza, todavía.
¡Pobrecito de mí!
que ya no creo,
me mintieron en estos años tantas veces
que tengo mi esperanza encallecida.
Me marco con fuego el desengaño,
la cruda realidad, todos los días;
es que el ver tanta pobreza me subleva,
según otros, me llena de energía negativa.
Testimonio doy de lo que veo,
no puedo mirar para otro lado
cuando hay alguien
pidiendo en una esquina.
¡Pobrecitos!
los que están abandonados
y duermen sobre el banco de una plaza,
sin tener que comer al despertarse;
aunque miren con angustia hacia el cielo
todos han de pasar indiferentes,
sin ver la desgracia del que sufre,
sin pensar que hay otro país y hay otra gente;
¡Pobrecito de mi,…que ya no creo!!!
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