POBRE TOMAS, NO CONOCIA EL MAR

 

Tomas nació en un pueblo lejano del altiplano. Su nombre Tierra suelta. Ahí transcurrió su infancia., era la época de los sesentas y entonces las comunicaciones eran deficientes. Cuando Tomas asistía a la Escuela le gustaba mucho ver en los libros el mar., enorme curiosidad le despertaba conocerlo. Lo imaginaba inmenso, con peces de todo tipo y que en las profundidades moraban animales mitológicos y monstruosos capaces de hundir un barco.

Tomas creció y no estudio mucho, aprendió el oficio peluquero; le cortaba a la gente el pelo bajo la sombra de un árbol. Ganaba lo suficiente para vivir dignamente.

Un día llego a su vida, una mujer y se caso con ella y tuvo dos hijos. Pasaban los días en forma tranquila, pero en las noches regresaba el sueño que nunca había realizado: conocer el mar. Por fin un día se decidió, y junto con su mujer y sus dos hijos de 10 y 12 años, tomaron un camión rumbo a la playa; después de 20 horas de viaje llegaron al pequeño puerto y de inmediato miraron la gran masa, de agua azul verdosa, navegada por pequeños barcos. Se hospedaron en un modesto hotel, y salieron con trajes de baño a la playa. Al llegar sintieron la blanca arena en los pies, y la espuma movida por las tibias olas, al principio les dio temor, era algo que nunca había visto y menos sentido. Pero después tomaron confianza, los niños se metieron al agua, y la mujer de Tomas se  sentó en la orilla. Tomas por su parte se quedo parado con el agua hasta las rodillas; de pronto las olas comenzaron a ser más frecuentes y altas, al ver esto todos se salieron del mar, y solo Tomas seguía parado, impávido embrujado por el mar. Al poco rato el agua ya le llegaba, arriba de la cintura pero él se veía feliz. Extendió los brazos para sentir el oleaje; de pronto una inmensa ola casi lo cubrió, y le trajo algo suave y palpitante que quedo en sus brazos. Era una bellísima mujer, de piel tersa de labios carnosos, de largos cabellos y que emitía, voces y gritos de alarma. Tomas la asió con sus brazos, y suavemente la deposito en la arena. La bella mujer que había tomado agua, al poco rato ya estaba sin problemas.

Tres días, después de su estancia en el puerto regresaron a tierra suelta. Contentos continuaron sus actividades normales. Sin embargo notaron en Tomas un cambio, se le veía pensativo, distraído, divagando y su estado de saludo se deterioraba. Todos le preguntaban qué, que tenia y el no decía nada. Por fin un día de tanto insistirle la gente dijo la verdad.  Todo había sido a partir del viaje cuando estuvo en sus brazos aquella inigualable y nunca vista por el mujer; no fue por su belleza si no porque Tomas en su loca fantasía, creyó, que había salido del mar y llegado a él, una mítica sirena cantando y con su cola de pez.

 

Y es que el pobre Tomas, no conocía el mar.

 

J. Jesús Ibarra Rodríguez.

 

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Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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