OVEJÓN (CUENTO VENEZOLANO DE LUIS M. URBANEJA ACHELPOHL)

OVEJÓN
Cuento de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl
Venezolano (1873 – 1937)
(Adaptación libre de Alejo Urdaneta)

El pueblo da a los personajes audaces y aventureros un aura de magia que se difunde en el caserío y los campos adyacentes, y llega a las casas de la periferia ocupadas por algunos hacendados pudientes.

Uno de estos personajes parecía amparado por el don de la inmortalidad, y en sus desplantes a la autoridad local siempre salía victorioso. Se le acusaba de faltas menores, nunca de delitos imperdonables: el robo de gallinas y enseres de las casas del poblado. Nadie puede asegurar que lo ha visto, y de él solamente retienen el apodo: Ovejón. Es hábil en el uso de las armas, dicen, se oculta en la maleza y desaparece cuando va a ser apresado. Los oficiales y gente de poder advierten a los pobladores que Ovejón es peligroso y que deben cuidarse bien.

¿Adónde estará ahora?

Una de las tardes polvorientas de la sequía, cuando el crepúsculo es una bandera de colores, han visto a lo lejos a un mendigo, con el pie enfermo y doblado de sufrimiento por su penuria. Desde el borde del río sube hacia el pueblo saltando los huecos y evitando las espinas de las brozas, cuidando su paso del asedio de la serpiente. Viene en busca de socorro y tiene la certeza de que lo recibirá.

El esfuerzo de remontar la cuesta hace que caiga el mendigo sobre las piedras y ruede por el talud hasta hundirse en el río. Apenas pueden escucharse sus quejidos en el braceo desesperado por sacar la cabeza del agua turbulenta; parece irremediable su muerte. Sin saberse de dónde ha salido, un hombre de cuerpo musculoso y mirada suspicaz escucha los lamentos del mendigo y se lanza al agua en su rescate. Toma al mendigo en sus brazos y juntos alcanzan la orilla. Le pregunta si le ha pasado algo grave y examina su pierna gangrenada. Sin hablar, el salvador se pierde en la vegetación y poco después reaparece cargado de hierbas y tallos, para hacer con ellos una masa que aplicó al herido. Luego preparó un vendaje con su propia camisa y se lo puso en la pierna sangrante.
“¡Gracias, amigo, estoy curado!”.

El hombre le responde con una sonrisa y unas pocas palabras: “Me dicen el cosepellejos y te sanaré”. Y lo hizo bien dejando al mendigo en posibilidad de seguir su camino. Pero hizo más: de su alforja sacó algunas monedas y una pieza de oro a la que llamaban el Venezolano.

Pudo ver el mendigo la pistola que colgaba del cinturón de su amigo.

El pordiosero quiso besar las manos de su salvador y lo bendecía, pero la respuesta de él fue simple: “Hoy por ti, mañana por mí”. Y el hombre misterioso se perdió en el monte.

Cuando el mendigo pudo recuperarse de su herida, se levantó y fue al pueblo, a buscar de comer…. Y quizás algún trago en la taberna. Allí estaban los de siempre: el pulpero, el segador de la caña, algún muchacho curioso. Todos hablaban de Ovejón. Uno decía: “Lo que tiene es un escapulario que lo cuida. Mientras lo lleve nunca lo atraparán”. Y el otro afirmaba: “Yo sí puedo cazarlo con mi escopeta morocha”. El pulpero recordó que había una recompensa de quinientos pesos para quien lo capturara, vivo o muerto. Y ninguno tenía el valor de salir a buscar a Ovejón.

Pensaba el mendigo cuando escuchaba la tertulia que él podía tener esa recompensa. Se decía: “Podré curar mi pierna con esos quinientos pesos”. Y recordaba al hombre que lo había salvado del río. “Me parece que aquel hombre que curó mi pierna era Ovejón”. Y tanteaba las monedas en su bolso, las que el hombre del río le había dado.

Se sintió en la calle el paso de una cabalgadura. El mendigo salió con otros a la puerta para ver al jinete en un caballo moro. Cuando estuvo más cerca, el mendigo pudo observarlo. Ambos, jinete y mendigo, se vieron lentamente y nada dijeron.

El pulpero dijo: “Es buena bestia”.
Y el mendigo, dentro de sí mismo: “Es Ovejón, y va huyendo”.
Por el camino venía un grupo de hombres armados. Preguntaron: “¿No lo han visto pasar?
“¿A quién, a quién??

Pues a Ovejón. Ese hombre era Ovejón, que se ha robado la yegua mora.

La voz fue de todos: “¡¡Se ha robado la yegua, la montura y las botas del general ¡” ¡Ovejón!
Uno de los hombres del `pueblo dijo: “¡Suelten la potranca. Ella buscará el rumbo de su madre y nos llevará adonde está Ovejón!

El mendigo se escurrió como una sombra. Luego se fue cojeando a lo largo de la calle y se perdió en la carretera.

En un paso estrecho sintió el correr del potro joven que iba es pos de la yegua madre. El trote es ahora más cercano. La potranca está frente a él.

El mendigo alzó el palo que le sirve de bastón y descargó un violento golpe sobre la cabeza del animal. La potranca cayó en el barranco. Ya no podrán saber dónde está Ovejón.

“Hoy por ti, mañana por mí”, dijo el mendigo.

Y en el atardecer la estrella del ocaso parecía un venezolano de oro.

                                                                                          ****

                                                                                      ALEJO URDANETA

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el julio 23, 2020 a las 4:11pm

¡Muy bello relato, Alejo, pero desconozco el original de Urbaneja!


PLUMA MARFIL
Comentario de Magnolia Stella Correa Martinez el julio 23, 2020 a las 10:49am

Extraordinario relato que ofrece una moraleja no menos extraordinaria:  "HOY POR TI, MAÑANA POR MI...", que hoy es más evidente que nunca.  

Se disfruta de tus letras, Alejo.  

Un abrazo desde mi bella Colombia. 


PLUMA MARFIL
Comentario de Ma. Gloria Carreón Zapata el julio 22, 2020 a las 10:14pm

Un deleite la lectura de tan bella y amena narrativa y los más importante es la moraleja que nos deja... Como bien dicen, ser agradecidos es de humanos. Gracias por compartir, saludos cordiales.


PLUMA MARFIL
Comentario de Liliana MarIza Gonzalez el julio 22, 2020 a las 8:44pm

Alejo 

Un cuento muy ameno donde la necesidad esta al limite.

Felicitaciones!

Gracias

mary


POETA DE PLUMA
Comentario de Hugo Mario Bertoldi Illesca el julio 22, 2020 a las 7:31pm

¡Maravilloso cuento, estimado Alejo! Coincido con los términos que ha expresado antes que yo nuestra amorosa y bella compañera Aimée Granado Oreña, quien sabe valorar y lo hace con justicia y calidez. Más allá de los elogios, Alejo, siento la necesidad de puntualizar lo que creo necesario y justo. Refiero a un par de detalles que han llamado mi atención durante la lectura de tu precioso cuento: uno es un detalle sintáctico fácilmente corregible y se trata de la repetición del verbo auxiliar "ha" en el renglón decimoctavo; el otro es la expresión aquella en donde dices... "cuidando su paso del asedio de la serpiente", y es que no logro asociar "asedio" (como actitud, claro) con serpiente. animal naturalmente tímido y huidizo ante una presencia humana. 

Confío en que mi osadía, Alejo, querido Amigo, haya servido, al menos, para enriquecer el valioso caudal de comentarios que ameritan siempre tus publicaciones. Ofrezco mis disculpas por el atrevimiento, tendiente siempre a realzar y optimizar lo que ya es visiblemente bueno. Abrazo sureño y mis buenas energías.


PRESIDENTE HONORARIO
Comentario de Aimee Granado el julio 22, 2020 a las 6:43pm

Definitivamente encantador, con esa moraleja que toca el corazón y que reconforta, pues de agradecidos ha de ser el mundo: Hoy por ti, mañana por mí.

Tus recursos narrativos son maravillosos y como he dicho otras veces sabes manejar cada situación con maestría para mantenernos alertas, atentos a cada situación en el engranaje de la obra, que es pura vivencia y realidad cotidiana.

Y la estrella del ocaso deslumbrante en un cierre que nos hace soñar.

Gracias por tu compartir que nos ha envuelto en esta trama ,esperando que Ovejón siga su curso ayudando a seres que como el mendigo andan con sus pesares a cuesta.

Un abrazo de gratitud para ti, querido Alejo.


DIRECTORA ADMINIST.
Comentario de Maria Mamihega el julio 22, 2020 a las 6:16pm

Muy hermoso mi querido Alejo, un abrazo.

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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