Y al marcharme sentí tu mirada
que quemaba mis pasos ,
mas tu boca muda pronunciaba
cientos de motivos para quedarme,
y mi sordo orgullo no escuchaba súplica
que se formaba en el silencio del espacio
que quedó entre tu adiós y el mio
y el dolor de las ilusiones
que se durmieron en el camino...
Que hacer si ya no queda
ni el respiro que salía del pecho
cada vez que sentía tus latidos
que sucumbían por mi
y la piel que se encendía
como brasa en el invierno
y abrigaba el deseo
que nacía del anhelo
de sentirme tuya.
Triste adiós,
pero sentí tu mirada
quemándome los pasos ,
mas mi corazón
no escucho tus palabras
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