CONTINUACIÓN DE LA HISTORIA... SUGIERO A LOS NUEVOS LECTORES VER ANTES LOS CAPÍTULOS 1, 2, 3, 4, 5 Y 6 DEL RELATO. Transcribo la parte final del capítulo sexto a efectos de activar la memoria de quienes lo leyeron...
"Griselda, la bonita PARKER 51, haciendo honor a la hospitalidad reconocida de su país nativo, se mostró muy cordial y bien dispuesta hacia la nueva integrante del harén de Humberto. Al fin y al cabo, ninguna culpa tenía Rosina de haber sido comprada y darle a su amo el gusto de hacer con ella lo que él quisiese, que no era otra cosa que escribir y juntos lograr buenas letras para entretener a ávidos lectores o transmitir valiosa información documental mediante crónicas y otros textos de carácter periodístico e histórico.
Griselda y Rosina conversaban animadamente, pero, no todos en el hogar de Humberto tenían el mismo humor que las dos lapiceras."
Celestino se mostraba inquieto aún cuando dormía. Rosa, su amiga y compañera de estuche de toda la vida, lo había notado y estaba preocupada. Rosa era muy sensible y presentía que su compañero podía caer en un profundo estado depresivo si Humberto lo dejaba de lado por atender a Rosina, la recién llegada lapicera italiana.
El escritor tenía por hábito llevar al menos una lapicera al mueble donde tenía apoyada su computadora, por si acaso necesite utilizarla. Cierta mañana, lapicera italiana en mano, Humberto tomó nota de un aviso en un sitio de compraventa "on line" que decía: "Vendo lapicera PARKER 45 pluma" y decidió adquirirla. Tenía una buena razón, pues, esta lapicera era igual a una del mismo modelo que Humberto recibiera como regalo durante su escolaridad primaria.
Rosina continuaba llenando las expectativas del dueño de casa. La suavidad del trazo del plumín de la italiana resultábale satisfactoria, aunque, su flujo de tinta parecía exagerado y eso quedaba en evidencia al observar el grueso trazo que dejaba sobre el papel.
Humberto y la europea vivían un romance platónico que provocaba el celo del lápiz mecánico, la roller ball parisina y todas las lapiceras de la casa. Era preciso reconsiderar las medidas de fuerza adoptadas por las huelguistas, o intentar convencer a la italiana de unirse al sindicato. Una gran mayoría opinaba que Celestino debía sumarse a la huelga como modo de incrementar la presión. Pero, desafiando al grueso del grupo, Rosa sostenía que el lápiz mecánico evitaría que el escritor se frustrase y esto contribuiría al sueño de recuperar el deseo de escribir.
Aunque, a regañadientes, las más combativas depusieron su actitud ante el argumento expuesto por su compañera. Celestino respiró aliviado, pero, el clima seguiría tenso.
Así pasaron tres largos días, hasta que Humberto halló un mensaje del sitio mercadolibre en su bandeja de entrada informándole que había un paquete a su nombre en la sucursal local del Correo Argentino. Otra nueva emoción sacudía el corazón de Humberto. Tal como había sucedido el día del arribo de Rosina, el escritor llegó a la sucursal de correo justo antes de la hora de cierre. Un breve trámite, y a pedalear rumbo a la casa luego de retirar el pequeño paquete.
Tras desenvolver y ver el contenido, una delgada y bella lapicera PARKER 45 con capucha de acero cepillado a la cual Humberto decidió llamar Madame Bordeaux debido al hermoso color de su cuerpo de plástico, el feliz propietario tomó un papel y procedió a dar rienda suelta a su deseo de sentirla deslizar con absoluta libertad sobre la blanca superficie.
Era Rosina quien ahora sentía celos de Madame Bordeaux, cuyo trazo era mucho más humilde que el suyo.
Lissette, la roller ball parisina, pronto vino a saludar y dar la bienvenida a su compatriota. Acto seguido, Lissette hizo correr la bolilla informando a las estadounidenses y alemanas acerca de la recién llegada estilográfica francesa. Madame Bordeaux entendía perfectamente el idioma español porque estuvo residiendo muchos años en Resistencia, capital de la provincia de Chaco, en el norte argentino, desde donde viajó tras ser adquirida por Humberto.
Pronto se sumó Griselda al comité de bienvenida, siendo ella quien detallaría a la francesa acerca de cómo se había llegado a la decisión de una huelga tan inusual como incierta en relación al efecto que se esperaba tuviese.
Rosa se mostró muy cálida con la recién llegada, pero, su compañero de estuche, Celestino, tuvo una actitud fría, que no intentó disimular, a pesar del codazo de Rosa.
P.S.: texto escrito por Hugo Mario Bertoldi Illesca - Argentina - 15-04-2019
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ... SIEMPRE Y CUANDO NO ME QUEDE SIN TINTA, ¡AMALAYA!
Comentario
Querido Hugo tu ingenio para el relato
Supera toda expectativa, y nos hace remontar a tiempos lejanos y recordar
Con nostalgia el valor que tenian entonces nuestras lapiceras que atesorabamos, ellas que luciamos
Con orgullo y las cuidabamos como al oro
Cuantos recuerdos en tu relato donde cobran vida
Felicitaciones y seguimos acompañando
Aimée, Amiga preciosa y Noble, ¡qué honor es tenerte cautiva! jajaja... Descuida, pronto te liberaré, aunque, antes te haré sonreír lo suficiente como para que desees volver a tu jaula de oro. Es broma, claro, pues, me encanta imaginar que eres absolutamente libre, a pesar de las restricciones que el sistema impone a millones de individuos en todo el planeta Tierra. Sé que tú, como yo, Amiga, mantienes viva la llama de la esperanza y no cejarás en tu empeño por alcanzar la Paz que tanto necesitamos los denominados Seres Humanos. Agradezco presencia tan deseada, además del tan primoroso destacado, y envío para ti mis mejores energías, Amiga mía.
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