NACER DEL FUEGO, VIVIR DEL AGUA.
Disertación sobre el poemario de Pepa Nieto, española, presentado en Costa Rica, 2016.
Esta contraposición en los versos de Pepa Nieto, me parece es consustancial a un acercamiento a su poesía erótica, amorosa, a su poesía que convoca a los cuerpos para decirlos en la unión y en la disolución de dicha unidad, para operar en el poema, es decir, en la mente de quien escribe y de quien lee.
El fuego como símbolo se establece en la medida en que se vive o se recrea la pasión. La vivencia poética como acercamiento intuitivo a la vida es una con la memoria pero también con la imaginación que nos proyecta al sueño, al deseo, al instante donde lo que anhelamos se torna real.
Nos dice al principio:
“Todo nació contigo desde el agua,
desde el mar, la mar, mi empeño,
de que ahora me tomes.
(Del poema: Desde el inmenso mar busco tu cuerpo).
Y en el poema “Bañados por el fuego” queda la impronta de esta dualidad de los elementos contrapuestos, este oximorón que nos remite a la dicha de ser agua y convocar y vivir el fuego.
“Regresas de un lugar /bañado por el fuego / vuelves adicto a mí / incendiándolo todo” Y luego: “A un estado de fiebre / donde los dedos se confunden”. El cuerpo es significado a veces por lo ínfimo, en representación de la caricia. Pero más adelante, de nuevo el agua, símbolo de vida y pureza: “piel con piel nos mojamos. Es el nacer del fuego”. Y de nuevo hacia el cuerpo: “Triunfantes nuestras piernas /agonizan amándose…”.
Este breve análisis demostratorio de este poema, me da pie por el final de agonía, a postular algunos factores sobre el erotismo en la poesía de Pepa Nieto:
El erotismo es decirnos en tanto entes vivos, es el decirnos el cuerpo, el propio y el de la contraparte amada, en este caso, el del amado. Sirve para nombrarnos en tanto seres biológicos, pero también para, a partir de los símbolos corpóreos, decirnos en tanto seres que trascienden, en tanto seres espirituales. Y esta dicotomía entre cuerpo y alma desaparece en los versos, quizá porque en la comprensión de nuevos paradigmas, no somos más que vibraciones de diferentes densidades.
Es decir, el erotismo, además de nombrarnos el cuerpo en abrazo y lucha con la otredad, permite el tránsito hacia la trascendencia, la captación de lo eterno y/o del instante. “Si te amaba quizá antes del tiempo” nos dice la poeta en "No sabría decirte".
Por eso se enumeran epítetos como “desnuda y transparente” para el yo lírico. Esta cercanía de calidades crean la metáfora sugerida apenas: son palabras sinonímicas en el interior de nuestra conciencia o de la subconciencia. Luego en el poema PROVÓCAME LA MUERTE QUE CONOCES aparece algo similar: “divino y transparente / como un cuerpo”, que nos remite a la sustancialidad del cuerpo del amante. Este poema nos lleva de inmediato a la “diosa virgen”, en las palabras que se evocan del tú, del vocativo lírico.
Y en ese título el sentido de la muerte, o de la pequeña muerte, como solían denominar los franceses, “le petit morte”, para designar el orgasmo, es también una metáfora popular que remite a la vivencia de la eternidad en el acto amoroso.
Tenemos pues el nombrarse y el trascenderse, pero hay otros elementos importantes en la erótica de Pepa, que es siempre sugerente, más que la revelación de la carne, como decíamos, la revelación de las fuerzas centrípetas que nos impulsan a la trascendencia, a la vida espiritual, es decir, lo tántrico.
Uno de estos elementos en estos poemas es que tocan lo existencial como ambientalidad interior, el poeta vive una vida por fuera del amor que empapa también la imagen de los amantes, en el recuerdo o en el instante vital, de la cotidianidad de una existencia que no siempre es halagüeña, por eso compartir el amor como dádiva de cuerpos y almas, es una contravención a la tristeza, a la rutina, a los remos de dolor que el destino suelta para golpearnos. Este existencialismo es sutil: apenas entredicho entre los versos que nos llevan a los lectores a la identificación plena con la poeta: “olvidas lo que fue el labio a labio / las manos escalando / nuestra piel sin preguntas”. Dos sutilezas, el reclamo del olvido, la más importante: en el amor la piel ya no tiene preguntas, se ha suspendido la incertidumbre de la vida fuera del acto amoroso.
Definirse en la cotidianidad en tanto vida absurda es parte de este elemento: en la segunda parte esto toma más fuerza: “Y mi sensatez no es sino yerba quemada, / cráneo ceniza, / que busca de algún río los canales”. Esa búsqueda es una huída a la sensatez, que no a la pasión, a la que define en tales términos críticos. Es lo que llamo: erotismo versus existencia dura o anodina.
El erotismo en los poemas de Pepa pueden mirarse desde la ausencia, in absentia, como ejes de la evocación, pero en muchos casos desde un presente que sólo se eleva hacia el deseo que significa futuro posible. Esta es otra dicotomía viva en su poesía. Veamos el presente operando en plena definición primero: Soy, sin ambiciones, una mujer amando. Y luego en la acción amorosa:
Pájaros como piernas
se aproximan viriles
a humedades del cuerpo.
Me deshago en las notas
de un piano nocturno.
(Ambas citas del primer poema: EL CAFÉ)
Esta sensación de esfumarse, en este caso en los sonidos, planteando una intuida sinestesia entre lo tangible y lo auditivo, es también una nota del erotismo trascendente, espiritual.
Pero veamos cómo opera el erotismo en la ausencia, en la memoria y cierto sentido del amor perdido o del desamor: "Todo en ti es ausencia, / no hay un rostro visible / en este espejo /donde clavas los ojos”. La difuminación del amado es total en el espejo, y se remata con la estocada sexual del clavarse, aunque esta vez, es solo con los ojos. Es decir queda, permanece la imagen de unos ojos que se clavan. Y entonces devienen “recuerdos clandestinos”. El tú lírico se recompone como imagen proyectada, en la luz, el perfume, para que al final “vuelva a asomar sus hojas muertas / sobre la frente herida” (poema AUSENCIA)
Y significaremos el futuro como el deseo, es decir como la posibilidad del mañana en el poema "ABRAZA, MAR , ESTE DESEO", en la tercer vertiente que se desprende tanto del presente como del recuerdo: (se logra la síntesis): “Abraza, mar, este deseo, / esta fuerza imparable de mi cuerpo / hacia su cuerpo”. Y estos versos proceden del llanto de la soledad anterior: “qué debo hacer con esta entrega / a vida o muerte / si no es estar aquí / para llorar su ausencia”. Y aquí donde el mar es el vocativo se concluye con el mencionado simbolismo: “penetra con tus aguas / mi piel desesperada”...
Vamos a otro elemento; hemos hablado del yo lírico que canta al vocativo, el amado, aunque a veces es sustituido por el mar u otros elementos, pero hay otros personajes o actante liricos, aparece en un poema una tercera persona: ¿se ha desdoblado el yo lírico?- me pregunté primero; sea como fuere en todo caso hay un tercer personaje que parece ser una ella del pasado, que aún ama, herida, al ausente. Y también un ser que se difumina en la historia: “Este afán por tenerle no es un sueño, / es no ser tú, o no ser él, quizás, y ni lo sabes” Esto en el poema "CUAL EROS ABUNDANTE": “Regresas con delirio hacia su cuerpo” o “Sorprendes su presencia / quizás inexistente, / lamiéndole la piel cada pulgada”.
Entonces, la tercera persona, o personaje ELLA se ha convertido en un tú: “te desnuda con manos perfumadas, / tiene para hacerte el amor / su plan y su misterio”. En todo caso un poema que nos habla de la diversidad en una voz poética que trabaja el poema como filigrana de orfebrería.
Pero hay otros vocativos, como el vosotros, que nos alude a toda la humanidad, posibles lectores: como en "CUIDAD EL BESO". Con su significativo epígrafe Quien no besa no existe, de Javier Lostalé.
“Os pido que cuidéis el beso.
Dejaos agarrar por aquel beso
De otra edad o distancia:
Comparadlo a la vida”
Y con este sabio consejo, podríamos cerrar esta disertación, no sin anotar un elemento estilístico que los lectores habrán de disfrutar: poesía sin sobrantes, poesía aparentemente parca, pero no es eso, es el hallazgo de una síntesis que nos da las emociones, pero también la posibilidad de una reflexión, y sobre todo, de una propia vivencia que nos eleva.
Premo Nacional de Cultura 2015
foto: presentación del libro: Leda García, Ronald Bonilla, Pepa Nieto y Ronald Campos.
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