Yo me acunaba en la luna.

para huir del bello lucero,

que defraudo

mi ventura.

De pronto,

llegó la noche espesa

a contemplar mi tristeza

y al ver mi dolor sangrar,

partió también,

a llorar en un oscuro borde

de mi luna.

Supe que la vida era una

pero para mí,

lo era sólo la luna

y mientras más,

una estrella buscaba,

mas de ella,

la luna me alejaba.

Nunca supe de amores

ni de los besos de una ondina,

sólo conocí la luz divina

del espejo de mi luna

y de sus caricias

ninguna.

Yo me creía fiel

y amaba solo a mi luna,

pero tuve la fortuna

de mirar  la curvatura de mi luna

y contemplar la belleza

de una sirena morena

atrapada,

en una arista,

de amada mi luna.

No hubo palabra alguna,

solo silencios de luna

y sus ojos iluminaron

de pronto,

toda mi escondida fortuna.

La luna se puso triste,

a ver bailar mi fortuna

y entre sollozos luneros

me dijo.

¡Ámala!

como a ninguna.

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