Llegaba el cinco de enero
y buscaba con mis hermanitos,
una cajita y le echaba mucho pastito
para que los reyes me dejaran mis regalitos.
Llegaba el esperado amanecer seis de enero,
y mi madre gritaba:
¡llegaron los reyes!
Esperaba con ansias mis juguetes favoritos,
sean grandes o pequeñitos
era una gran ilusión tener,
aunque sea un juguetito.
Al poco rato llegaban más gente a mi casa
comenzaba la fiesta, la trulla
y hasta pedían el café pulla
para seguir el parrandón.
Y como vivía en el campo
el asado del lechón no se hacía esperar,
tampoco el arroz con gandules,
las morcillas y se formaba tremendo fiestón.
Rapidito me ponía una camisa y también mi pantalón
Para que no me vieran “hernuito”,
gozando con mis juguetitos que me dejaron
que me dejaron los reyes
y tal vez del viejo barrigón.
Y con gran emoción
seguía abriendo cada uno de mis juguetitos…
y ahora les dejo un consejito
para los padres más jovencitos,
busquen una caja le echen mucha una yerbitas,
y nunca dejen de soñar
para que sigan con la tradición
y griten a viva voz ,con fuerza
y gran emoción:
¡LLEGARON LOS REYES!
Santos M. González
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