LATIDO DE LA VIDA
En los confines lejanos
de la distancia
a escondidas guardas
el amanecer de la melodía.
En la silueta remota
del último otoño
quedó a la deriva las hojas,
aquellas huérfanas, abandonadas.
A las orillas calladas
y celosas de los caminos,
el retamal aromático tritura
su esencia al saber de la ausencia.
El rostro quejumbroso
del jueves comienza a teñirse
de soledad y espanto cuando
descubre lo distante que estás.
Perdidas las sombras
últimas y obstinadas huellas
con cuales juguetea el tiempo fugaz,
volátiles apuran sus alas y acaba todo.
Nada ha quedado,
solo el eco retumbando
de tu voz desfallece sin razón
dentro el ausente latido de la vida.
Orlando Ordóñez Santos.
Derechos Reservados – Imagen de la Red.
PERÚ.
Comentario
Nada ha quedado,
solo el eco retumbando
de tu voz desfallece sin razón
dentro el ausente latido de la vida.
Hermoso poema . Ha sido un placer leerte .
Abrazos
¡Buen versar, Orlando!
Nada ha quedado,
solo el eco retumbando
de tu voz desfallece sin razón
dentro el ausente latido de la vida.
La ausencia, el abandono, la despedida, la asfixia de la soledad que espanta y la distancia que lacera.
¡Y tu versar dejando su impronta con nosotros!
Gracias amigo por este compartir tan lleno de emociones que se debaten entre ausencia y soledad dejando ver el latido de la vida.
Un saludo afectuoso con toda admiración.
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