Se oyó la voz divina que suspira
surcando el corazón del firmamento.
Se siente melodiosa entre los cerros
que abrazan mariposas peregrinas.
Un ángel le acaricia la sonrisa
tan diáfana, sincera en su universo,
en tanto se estremece en el concierto
la ilusa golondrina en su partida.
Se adueña del silencio tu alegría,
florece una amapola en el desierto
e irrumpe el cenital deslumbramiento
que irisa la leyenda repentina.
No habrá más soledad en las colinas,
ni auroras de nostálgicos desvelos
y escribe un madrigal el sortilegio
cual orla de alamedas florecidas.
Se oyó la voz divina que suspira
tan diáfana, sincera en su universo
e irrumpe el cenital deslumbramiento
cual orla de alamedas florecidas.
Aimée Granado Oreña ©
Comentario
Bellos versos , que contagian esa paz con la que han sido escritos, estimada poeta. Profunda inspiración .
Saludos cordiales
Teodora
Gracias mi estimada amiga y colega de letras del alma, por tu gentil comentario inspirador.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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