LA DORADA ARENA.
Vuelan las blancas gaviotas,
sobre el esmeraldino piélago,
y en la arena dorada,
en donde la última ola grácil llega,
han quedado nuestras huellas,
pisadas firmes henchidas de amor,
y llega a mí aquel indeleble recuerdo,
cuando tomados de las manos, entre lazadas,
como no queriéndonos separar,
entregándonos lascivos el alma, uno al otro,
y el eco de nuestro amor,
hacia melodía con él caudal de las olas,
tragando la ira, y mi propio plañido,
disgregando mis ensueños,
hoy ya no estás, y me encuentro estática y sola,
esperando la noche plateada, bañada de estrellas,
deseando, ver tu etérea figura desplazarse,
por la dorada arena de la mar.
“Si no sabes, o no puedes llorar, entonces escribe”.
Mónica Lourdes Avilés Sánchez.
Derechos Reservados.
Comentario
GRACIAS A MIS AMIGOS QUE ME DICEN (ME GUSTA) UN PLACER RECIBIRLOS EN MI TEXTO, BESOS
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