Urgente doncellez en los albores
del necio batallar con que te inmolas
en fugaces raquíticas y solas
corrientes que asesinan los honores.
Tu doncellez, nimbada como flores
y encaminada a ser como las olas
espumando pistilos y corolas
es la envidia de damas y señores.
El honor no se vende ni se inmola
al ímpetu que dobla las cervices
ni a aquel placer que solo nos abruma.
La paz es honda, despiadada y sola
si deja en nuestras almas cicatrices
o a las olas carentes de su espuma.
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