Este bosque niñez sueño marcha sin tregua
este bosque tan bombardeado gozo y recuerdo
este bosque saqueado y ningún otro
recurrente defensa tierno amparo
a salvo me zambullo me paro corro duermo y
apuñalada otra vez me levanto
en este bosque tan ruidoso y mudo tórrido
frío vivo y silente anudo cazo me arrastro
en cada construcción vacía me abro camino
en este bosque soy un tronco y aquí persisto
barridos mis finales voy ilesa en blanco
saboreo hojas pardas acaricio los
troncos rojo brillante cubro mis pantorrillas
con cortezas blancas soy vikinga este y
ningún otro bosque llega a Siberia auténtica
tangente este-oeste verde puente frío blando
con vaivenes y agujas
refugio y destrucción
este bosque me incendia
mi piel crepita soy eco de explosión
en este bosque nunca estoy sola
saludable soledad bosque de caza y cotos
viejo amor que se alarga y alisa mi ceño
fruncido mi hogar eterno escondite
Todos hemos tenido alguna vez un bosque
preferido; casi siempre se trata de un bosque
conocido y vivido en la niñez, otras veces es el
bosque de la adolescencia, o el bosque de nuestros
primeros amores, pero no hay casi nadie que afirme que nunca ha tenido un bosque favorito preferido, o consentido o cuando menos amado.
En mi caso se trata de un bosque, que ha sido
maltratado, y muy mal cuidado por mis contemporáneos, un bosque que ha sido desforestado desde hace años, y sin embargo parece renovarse año
tras año; me refiero al Volcán de Toluca, mi sitio nativo, o mejor conocido como El Xinantécatl, o Señor Desnudo, por su nominación prehispánica.
1.- Xinantécatl, pintura de Arturo Díaz Sánchez.
2.- Fotografía de Benito Nogueira Ruiz.
¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!
Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME