ESTAMPA CALLEJERA
DEL CABALLERO DE PARÍS
Mi alma errante,
perdida en el tiempo.
No tengo oficio,
tampoco tengo techo donde vivir.
Vagar por las calles de la perdición
y volar como el colibrí
de flor en flor y de amor en amor
no es, lo mío…
Mis pocas pertenencias las llevo en mi linyera
y camino por el mundo para buscar
la mokṣa de las almas…
entregar la la felicidad que muchos no tienen
aunque pertenencias tengan de mas.
Algunos lo llaman mendigo, croto o buzo,
qué más da como lo llamen;
si es feliz entregando su picardía y la sonrisa
aunque le falte dientes
para masticar las situaciones
en el ferrocarril de la vida.
Simplemente les contaré
sobre el caballero de París,
fue un hombre muy educado
y le gustaba la buena vida,
provenía de una buena familia
no muy rica, pero bastante acomodada
y le llamaban el rico de la familia.
Cuentan mil historias de cómo fue
que comenzó a vagar por las calles,
y yo le contaré la historia que aprendí.
El buen mozo se enamoró
de la hija del doctor Fonsagrada,
ella era muy joven y una gran beldad,
parecía una muñeca de porcelana
y sus versos eran
solo para
su enamorada.
Un día él, partió muy contento
en busca de nuevos rumbos
y miles de oportunidades de trabajo,
ya que era un gran señor e instruido,
llego hasta la Habana, Cuba
y cumplió la promesa de no olvidar
escribirle cartas de amor
a l amor de su vida.
Su novia decidió
llegar meses después a rencontrarse con él
pero el barco de ella naufrago
y así al perder su gran amor,
y el simplemente perdió la razón…
Santos M. González
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