Como un cántaro de suaves briznas,
escucho a lo lejos el trinar mañanero
que sumando a la vorágine de prisa,
finalmente me quedo en este aguero
Confío en el tiempo y sus vendavales
acurrucados en el regazo de la dulzura;
por tan solo esgrimir la paz en arreboles
encantados, al soñar con mucha altura
El mundo se convierte en un berenjenal,
cuya tildar se va hacia la complacencia
que se enseñorea en plácida esencia,
por no llegar al cronológico adverbial
Donde están los arcos iris de colores
transformados, en luceros iluminados
o esos suspiros, que evocan amores
cada vez más pasionales y enamorados
Quiero finalmente enarbolar al ruiseñor
y su canto mañanero en mi ventana,
lo que me hace evocar a este señor
cuyo amor es una flor temprana
Nelson
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