Vino el alba con calma,
y cual disco de plata,
la luna buscó ocultarse,
quería del sol alejarse,
muy callada y opaca.
El frescor de la mañana,
despertó el horizonte,
y fantasmas de la noche,
se llevaron la nostalgia,
a lo lejos a la distancia.
En la cima de la colina,
y con una vista hermosa,
buscó la brecha sinuosa,
aquel paso de su amada,
de aquella mujer virtuosa.
Esperó el su llegada,
hasta el tranquilo ocaso,
el sol dejaba la tierra,
con su corona morada,
y su rojizo gran velo.
Por fin llegó la curación,
de las medio cicatrizadas,
ilusiones sin solución,
en su corazón guardadas,
ella fue su salvación.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Derechos Reservados.México.
2013.
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