No me importa,
Lo que opine la brisa,
ni de las palabras sinceras,
del vecino viajero.
Jamás descuidaré,
el eco enamorado de mis recuerdos,
porque vivo arrojándole flores,
a sus días sobre este suelo.
En mi vida no hay olvidos,
ni presentes destacados,
que puedan imponerse,
sobre la voz de mis amados convenios.
Sé, que aunque escuche sus palabras,
hablándome en las sombras,
y le responda en la oscuridad,
de mis recuerdos.
También sé,
que no volveré a beber,
del licor embriagador de sus besos.
Jamás se apartarán de mí,
las intensas lluvias de sus recuerdos,
pero aunque viva preso de la existencia,
navegará mi alma,
a su lado en algún momento.
Mientras llegue ese distinguido proceso,
te seguiré buscando por la orilla de la playa,
donde dejábamos,
nuestras huellas impresas en la arena.
Mi voz se quiebra,
cada vez que te nombró
y se vacían las olas,
en las orillas de mis tormentos.
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