Tercer capítulo


Paul se sentó en una de las sillas, aceptó un vaso de agua, respiró hondo y trató en pocas palabras de convencer a los agentes del orden que todo se trataba de un mal entendido, pidiendo además que se deje en libertad a la joven, pues el no efectuará ninguna queja sobre su ella, y por lo tanto deseaba dar el asunto por terminado. Los agentes rehusaron al pedido pues al hacerse la denuncia telefónica se abrió un expediente, el cual debería cerrarse en la Estación de Policía, para ello debería acompañarlos y llenar los papeles correspondientes. Aseguraron que todo el proceso no demoraría más de unos pocos minutos. Cuando salieron, la joven estaba aguardando sentada en el coche celular, los policías se acercaron al vehículo y le manifestaron que quedaba en libertad, al no haber cargos contra ella. A causa de las lágrimas derramadas, el maquillaje se le había corrido, su cara semejante a la de un payaso grotesco de un circo de barrio. Entrecruzaron las miradas, la joven y Paul, y, antes de que ella expresase palabra alguna se acercó para entregarle su tarjeta, le pidió, además, que a la mañana siguiente después de las 10, se comunicara con el.

Al otro día, apenas entró en el consultorio de su psiquiatra, éste le dijo:

-Tome asiento, trate de relajarse, en unos minutos estoy con usted-

Estas palabras del médico, lo reconfortaron y ayudaron en cierta manera. Se recostó en el incómodo diván, se descalzó y mirando las delicadas rosas pintadas en el techo esperó a su compañero de charlas.

-Pues bien ¿A que atribuye la urgencia que lo llevó a exigir, de acuerdo a sus propias palabras, de mi secretaria, ésta reunión fuera de los días y horarios comunes?

-Doctor, agradezco el que me haya recibido en esta forma inusual, pero es que estoy muy confuso y malhumorado; las apariciones de Daniel, son cada vez más frecuentes, me es casi imposible llevar una vida normal, necesitamos hacer algo y urgente ¡Por favor!

-Lo escucho muy preocupado, deduzco que tuvo problemas en los últimos días, que por consiguiente °invitaron° a nuestro amigo Daniel. Ya hablamos sobre el tema y su posible solución, durante nuestras dos últimas entrevistas, ¿Lo recuerda, no es cierto? Lo de la internación, de los exámenes especiales, etc, etc.

-No, no lo olvidé, pero como decidí tomarme una vacaciones largas y placenteras, supuse que ello supliría la necesidad de la internación y todo lo demás; pero por razones ajenas no me fue factible lo del paseo como lo tenía planeado, y otras complicaciones de toda índole se sucedieron, todo ello en estos dos o tres días pasados; lo cual trajo aparejado las contínuas apariciones, cada vez mas impulsivas de Daniel. Creo que estoy comenzando a desarrollar un sentimiento de odio, detalle muy ajeno a mi personalidad.

-¿Cual de ellas? explíquese por favor...- Inquirió el facultativo.

-No lo entiendo Doctor, ¿A que juego me está usted llevando? Soy Paul, ¿Es que no se ha percatado todavía?

-No imaginé que a esta altura de nuestra relación, dude de mi capacidad de discernir entre las dos personalidades distintas, ¡caballero! Lo considero una falta de respeto, tanto como profesional y personal, es más, lo entiendo como agravio, el cual no lo acepto y lo refuto a la vez. Le exijo abandonar inmediatamente mi consultorio, y antes de marcharse, ponerse en contacto con mi secretaria en lo concerniente a mis honorarios. Y se quedó mirándolo directamente a los ojos, esperando la salida del paciente.

En esos precisos instantes, Paul presintió los esfuerzos de Daniel para interrumpir; muy interesante era el detalle, que sólo en aquel lugar, el consultorio, dichos presentimientos tenían cabida. Por tal motivo, existía en él, la posibilidad de permitir o no su aparición. Aprovechándose de la situación, instigó al médico preguntando:

-¿Quiere hablar con Daniel, ahora?

El facultativo quedó anonadado...dudó unos instantes, y apresuró a contestar afirmativamente, aceptando tan inesperada y excelente invitación.

-¿Y usted quién es...el abogado? Sin esperar respuesta, el susodicho caminó por la habitación, revisándolo todo, como si estaría realizando una cierta inspección.

-No, estimado, mi profesión es preguntar, y si no lo ve mal, tendría muchísimo gusto en conversar con usted ¿Está dispuesto?

-¿De que diablos quiere hablar conmigo?

-Tome asiento, o si lo prefiere podría recostarse en aquel diván, como le plazca, mientras tanto traeré unos vasos de agua fresca - Contestó en un tono amigable el psiquiatra.

-Yo prefiero whisky con hielo ¿Ok?

Al volver con lo pedido, Daniel estaba en el diván, pero sentado, hojeando un álbum de fotos de animales que había sacado de la biblioteca que ocupaba toda una pared.

-¿Hace mucho que conoce a Paul?- Consultó al individuo, como para hablar de algo.

-No conozco a ningún Paul, ¿Porqué me lo pregunta? Pareciera que me confunde con otra persona. Antes de seguir ¿Usted, sabe quién soy yo?

-Si, por supuesto, su nombre es Daniel, y a juzgar por sus ropas, aseguraría que es usted un profesional, ¿En qué ramo?

-Muchas preguntas y demasiado personales. ¿Cómo conoce mi nombre?

-Paul me comentó sobre usted, ¿Está seguro que no lo conoce? ¿O prefiere no hablar sobre él? Si es así, acepto su negación.

-¡¡No conozco ningún Paul! Déjeme de molestar, no tengo paciencia para intrusos, doctorcito, según figura en el diploma que esta colgado en la pared, y, además, no tengo tiempo para sus preguntas, sin pie ni cabeza. Vaya al grano, y de paso sea útil para algo sirviendo otro trago...

Mientras el psiquiatra se volvía para preparar lo pedido, dijo casi murmurando...

-¿Porque no se recuesta hasta que le preparo el whisky? Lo noto un poco cansado, ¿Me equivoco?-

Tardó un poco más de lo necesario; a través del espejo situado en un costado del consultorio, observó que Daniel probaba el diván. Lo sintió cómodo, al parecer, y recostandose, exclamó…

-Muy bueno el sillón, amigazo, ¡Muy bueno!

Aún de pie y dando la espalda al °forzado° paciente, preguntó: -Siempre y cuando no sea indiscreción... ¿Desde cuándo padece usted de dolores tan fuertes de cabeza?

Daniel, a juzgar por la cara de asombro, se sintió como perdido, y elevando el tono de voz, pero sin levantarse, de por sí algo muy extraño, respondió, - ¿Cómo sabe de mis dolores de cabeza? ¿Acaso también es mago? como esos del circo, ¿Me entiende, no?

Ya volviendo con la copa llena, el médico la depositó en la mesita situada al lado del diván, mientras lo apuró con la siguiente frase, que lo dejaría desarmado por completo.

-Si, y leo los pensamientos, basándome en las contestaciones a mis preguntas, sin ser mago, pero créame que logro resultados dignos de un espectáculo, ¿Quiere probar?

-¿Probar qué?- Dudando, preguntó el paciente.

Con estudiadas palabras el médico explicó:

-Es muy sencillo y no requiere mucho tiempo, me atrevería a considerar que aliviaría un poco los dolores de cabeza, ¿Se anima?

-Adelante, métale, ¿Qué puedo perder?


°°°°°°°°°


NOTA DEL AUTOR

¿Qué es la Hipnosis?

Muchas personas solo conocen la hipnosis por medio de espectáculos teatrales o televisivos en donde alguien con poderes sobrenaturales actúa sobre la voluntad de otro. En estos espectáculos todos los que se presentan junto al hipnotizador caen en trance sin excepción. Más, realmente lo que sucede es que ningún hipnotizador tiene el poder de hacer entrar en trance a toda una sala de teatro o todos los que estén mirando televisión en ese preciso instante. Lo que ocurre es que previo a la presentación ante el público "se ensaya" a un reducido grupo de personas que deseen y que sean hipnotizables. La hipnosis es un estado entre la vigilia y el sueño en donde el cerebro se encuentra a menos de 8 Hz o ciclos por segundo de ondas cerebrales. Por regla general para ser hipnotizado tiene que existir el consentimiento previo, nadie puede ser hipnotizado si no se desea y otra regla es que todos somos hipnotizables. Sin embargo existen excepciones; nos hemos encontrado que personas aun deseando, no pueden ser hipnotizadas y otras que no deseando, si son hipnotizadas, ello depende de la energía que posea determinada persona, ya que participa un entorno energético siempre. Existe la hipnosis consciente y la inconsciente. En la primera se realizan sanaciones, telepatía, regresiones, etc.

¿Cómo hipnotizar?

Como ya se ha descrito el cerebro debe tener menos de 8 Hz, ello significa que la persona tiene que estar relajada. Como explicación mencionaremos que el estado alpha o de relajación en donde la persona se encuentra relajada pero atenta, se encuentra entre 8 a 12 Hz, y que es nos encontramos descansados, filosofando, meditando o mirando una hermosa puesta del sol completamente enamorados. El estado entre 5 a 8 Hz, es el estado denominado Theta, y menor a 5 Hz se denomina Deltha en donde se realiza el sueño y también los fenómenos paranormales o de poderes ocultos. Entonces, el estado hipnótico, es realmente un estado de sueño, y a la vez de realización de fenómenos más allá de normal. Por ello, para hipnotizar, el primer paso es relajar al paciente hacia el estado del sueño, pero sin que pierda el contacto con la realidad en un pequeño espacio en donde sólo escuche la voz del hipnotizador y sienta su energía. Cuando los practicantes de yoga, meditación, tantra, sienten el satori, el samadhi o algún tipo de elevación, es producto de la energía que aplica el gurú, el maestro, swami, en el sexto chakra o en algún lugar del cuerpo. Esta energía es similar a la del reiki, pranificación o sanación, que se aplica generalmente en la frente, parte superior de la cabeza, nuca, de aquel a quien se va a hipnotizar, y, con la ayuda de diversas técnicas de inducción, relajación o sofrología se lleva al estado requerido.

Métodos

Son innumerables y van desde la mirada, los pases magnéticos, hasta una serie de instrucciones por medio de la voz para que el paciente ingrese al mundo inconciente y sea guiado en el conciente. Los métodos se aplican de una persona a otra o a uno mismo; esto segundo generalmente en la auto-sanación. La hipnosis clínica ha tenido importantes logros desde una operación de cesárea a mediados del siglo pasado sin ningún tipo de anestesia, en donde la paciente fue sometida a intervención quirúrgica exitosa sin anestesia y permaneció cantando durante todo el proceso.

°°°°°°°°

CONTINUARÁ

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el diciembre 25, 2021 a las 6:09am

Queridos DELIA y BENJAMÍN, los espero en los siguientes capítulos...


ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar el diciembre 24, 2021 a las 11:28am

Es muy interesante tu relato así como la nota al pie que incluyes, Beto. 

Te felicito, un honor que compartas con OME tu texto.

¡Felicitaciones! Seguiré leyéndote. 


PLUMA ÁUREA
Comentario de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón el diciembre 23, 2021 a las 8:46pm

¡Cada vez más interesante, javer Beto; continuaré leyendo...!

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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