DE CAYOS Y DE HUESOS – UNA HISTOIA IRREPETIBLE
Debo estar hecha de almíbar porque atraigo las picaduras de insectos y serios problemas por donde quiera que me muevo. Pues resulta que para allá por el año 1973, un fin de semana de receso académico por la Semana Santa, el fin se semana de Pascuas Floridas y estábamos libres de clases y exámenes, así que Mohan, María y esta que les narra decidimos irnos para Cayo Hueso (Key West). Los cayos son una cadena de pequeñas islas unidas por 22 puentes. El cayo que está más al sur es Key West, conocido como Cayo Hueso por los huesos humanos que encontraron allí los colonizadores españoles.}
Era una tradición esperar la salida del sol de Domingo de Resurrección en ese punto geográfico más al oeste de la Florida. Allí queríamos llegar. María Norberta Coreira da Pihno, portuguesa de Lisboa, estudiante doctoral de Ingeniería Química, R. Mohan, postoctor, amigo y compañero en mi laboratorio, directamente de Bombay, India y esta cálida caribeña de Puerto Rico, nos montamos en el destartalado automóvil de Mojan en la madrugada del Sábado de Gloria rumbo al sur de Florida.
El trayecto era laaaaaargoooooo, tomaba tres horas de Gainesville a Orlando, cinco horas más de Orlando a Miami, y luego como dos horas más desde Miami, pasando por todos los cayos de la Florida sobre los 22 puentes eternos sobre el mar azul hasta llegar al último y ansiado Cayo Hueso.
Pues resulta que nuestra ignorancia nos metió en el más incómodo lío. Era una tradición para todos los travestis, homosexuales, bisexuales, y transgéneros llegar al famoso cayo donde Ernest Hemingway acostumbraba aislarse a escribir sus novelas: The Man and the Sea, entre otras, y en un pequeño bar frente al hermoso Mar Caribe pasaba sus largas horas inspirándose en sus grandes obras literarias.
Según nos acercábamos a Cayo Hueso notábamos que todos los moteles a lo largo de la avenida que conducía al Cayo indicaban ¨NO Vacansy¨ O sea, sin habitaciones disponibles. Ufff, estábamos muertos de cansancio luego de sobre 10 horas de camino. Finalmente, parece que el gran Dios de los Mares escuchó nuestras súplicas porque vimos por fin un motel con el letrero de neón de NO Vacacy apagado.
Detuvimos la marcha, y de un brinco saltamos al lobby del motel, solo había una pequeña habitación disponible, así que nos miramos a las caras, muertos de cansancio, y aceptamos tomarla. Nos dieron la llave, fuimos a la habitación, soltamos las mochilas y tomamos turnos para darnos un baño. La verdad era que apestábamos a mugre luego de atravesar los mangles de los Everglades.
Una vez ya limpios nos tiramos a las callecitas de Cayo Hueso entre un gentío indescriptible, parecía que toda la población mundial de homosexuales se aglomeraba en el lugar a celebrar La Pascua. Por el camino encontramos la famosa Cabaña del Capitán Tomás (Captain Tom) , donde Hemingway acostumbraba reunirse con amigos a tomarse un mojito y fumarse un puro cubano fabricado allí mismo. Para entrar al bar había que pagar una cuota altísima, pero ofrecían a cambio una obra de teatro: Jesus Christ Super Star, así que decidimos unirnos a rempujones en aquella multitud.
Nos localizamos en el bar, y a sufrir se ha dicho, y digo a sufrir porque el drama esperado estaba siendo interpretado por un travesti representando a María Magdalena, otro hombre de tamaño descomunal era Jesús, pero con labios pintados de rojo pasión, y el que hacía el papel de Judas llorando desconsolado con voz afeminada, pidiendo perdón a gritos antes de ahorcarse en un huerto improvisado en el pequeño escenario.
Jamás oídos humanos escucharon a un hombre con un gran vozarrón de soprano chillar con tanta pasión, mis nervios se fueron poniendo de puntas, y para colmo María salió del lugar acompañada de una criatura incierta, nos dijo: - regreso pronto -, pero no regresó, y a eso de las tres de la madrugada dejamos de esperarla, aterrados de que le hubiera pasado una desgracia.
Nos regresamos al motel con mucha ansiedad. Mohan totalmente desencajado, se arrodilló a orar de cara a la pared de una de las esquinas de la habitación, tal vez suplicándole a Krishna calmara sus instintos pecaminosos, mientras yo me acostaba con la ropa puesta y me cubría hasta la cabeza para evitarle tentaciones malévolas al pobre Indio en oración.
Que agonía, pasaban las horas y María no llegaba. Me aterré recordando lo despistada que era mi amiga. Tal vez no recordaba el nombre del motel, y efectivamente, ya a media mañana una patrulla de la policía la trajo luego de ir motel por motel buscando en los registros.
Queríamos matarla de indignación, pero al ver su rostro sonriente y lleno de una extraña felicidad la recibimos con la alegría de liberarnos del miedo atroz de haberla perdido descuartizada para siempre en aquellas playas preciosas de Cayo Hueso.
Y así terminó nuestro fin de semana en Key West, sin poder tomar de los maravillosos primero rayos de sol de la Pascua. Y colorín colorado este relato de cayos y huesos ha terminado.
Comentario
Mi querido amigo Crispulo, es un verdadero privilegio y placer compartiir contigo, bendiciones de Domingo de Resurrección, Amaralis
Mi querido amigo Elías antonio, es un verdadero placer compartiir contigo, bendiciones de Domingo de Resurrección, Amaralis
Que gusto leerte amiga, saludos
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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