DE ABISMOS Y VACIO INTERIOR

[Carmen Amaralis Vega Olivencia]

DE ABISMOS Y VACIO INTERIOR

La naturaleza tiene en componente egoísta que parece ser necesario para que las fuerzas se superen. Según me pasan los años por encima, me encuentro observando todo lo que me rodea, tal vez mi intuición me indica que son pocos los años de vida saludable y consiente que me restan por vivir en este planeta, en este plano biológico natural.

En el lugar donde vivo estoy rodeada de mucha vegetación y la naturaleza animal y vegetal abundan. Tengo pájaros que anidan en los árboles de mi jardín, patio trasero, allí también hay gallinas de palo y se alimentan de sus frutos. Por alguna razón han proliferado las gallinas, los gallos y sus polluelos, también muchos gatos realengos pululan por mi vecindario.

No puedo ver a nadie con hambre, así que cuando hago la compra de mis víveres incluyo comida seca para los gatos y maíz picado para los polluelos. Es increíble, pero esos animalitos ya conocen el ruido de mi auto, y tan pronto entro a mi garaje, se acerca una bandada de gallos y gallinas a esperar que le eche el maíz. También dos gatos que me han adoptado maúllan esperando les ponga su comida en unas bandejitas desechables que tengo con ese propósito.

Observando a estos animalitos comer he llegado a la conclusión científica que el egoísmo se encuentra codificado en el ADN de la materia viva orgánica. Observo con cierta ansiedad como los gallos más fuertes picotean a los más débiles impidiéndoles comer. Lo mismo pasa con las gallinas que se acercan con sus polluelos. Las más bravas no dejan que ni los gallos ni ninguna otra gallina se aproxime al área donde se alimentan, esto aunque haya suficiente comida para todas.

Definitivamente los más fuertes sobreviven y los más débiles poco a poco van desapareciendo, así la naturaleza selecciona y logra una evolución hacia lo que puede perdurar por su fortaleza. Y pienso, donde queda la conciencia, la generosidad, la piedad, entre las creaturas de Dios, si el egoísmo se observa hasta en los animales.

El pez grande se traga al pequeño. ¿Será eso ley natural lo que ocurre también con los seres humanos? ¿Será que según evolucionamos y adquirimos un cierto grado de conciencia divina, algunos logran ser santos, desprendiéndose del egoísmo y compartiendo en lo poco o en lo mucho, ayudándonos los unos a los otros, terminando con las guerras de poder donde el más fuerte controle su ambición de dominar a los débiles para su propio beneficio?

Todos tenemos un abismo interior que nos obliga a llenarlo con todo lo que podamos, y vivimos buscando y recogiendo de nuestro derredor con voracidad, a veces insaciable. El ciclo de la vida es corto, y según se nos acaba el tiempo podemos hacer una de dos cosas: estar satisfecho con lo que llevamos por dentro, retenerlo con egoísmo o compartirlo con los que necesitan llenar sus propios abismos.

Uno decide lo que hace con su abismo interior.

Carmen Amaralis Vega Olivencia