Suelo caminar al borde de las cosas
o sorteando los riscos de intensos precipicios
que se burlan de la niebla, sí,
driblando en la noche los botes de basura,
saltando en bicicletas obstinadas los filos de la acera,
evadiendo los disparos de los barrios entredichos.
Suelo caminar como en leyendas becquerianas
siguiendo los rayos de la luna entre los árboles,
buscando como late un signo entre los pechos de una mujer
que no se rinde,
y siempre aúllo,
soy un cosaco absurdo que brinda con la sangre
de una tal María.
También olvido los periódicos que acosan
con sigilo a los banqueros, los pongo en la cajuela
para que soporten los terraplenes
que se desgajaron de un patio,
los escombros de la vieja cocina derribada.
También escupo- dije un día –
con los dientes caídos de mi infancia.
Y voy a altas velocidades en la noche
mientras se encienden las sirenas del olvido.
Soy el mismo que perseguía las mariposas,
que auscultaba luciérnagas con hipos incesantes.
Escúchame latir hasta ser brisa,
solo una palabra que se itera en la tarde
donde escribo un extraño testamento
para que tú lo leas y percibas
que te dejo el corazón con que te amé de cerca,
de lejos, in ausentia,
en los intentos de alcoba que no cesan.
de un nuevo libro inédito
Derechos de autor protegidos por ley
Comentario
Gracias, amigo Benjamín, un fuerte abrazo
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