CIELOS TRISTES Y SUELOS ANEGADOS.
El sol rebotaba en el mar como pelota,
y las olas eran erizadas por el viento,
unos rayos antes de apagar su aliento,
pintaban de oro una negra roca abierta.
A los lados los afilados acantilados,
recibían las vigorosas aguas espumosas,
y de pronto llegaron altas capas nubosas,
y el cielo se torno gris y los suelos anegados.
Todo se entrego por ahí al sereno sueño,
bajo la humedad de las aguas llovedizas,
y después el amanecer de todo fue dueño.
Las arenas redoblaron su caricia,
y su gran belleza fue un ensueño,
cuando abrazaron las playas con tibieza.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Delegado Cultural UHE.Mexico.
D.R.2014.
Comentario
Mab D Avilla Roberts.
Entrañable Poeta y amiga, gracias por visitarme y considerar Destacado mi trabajo.
Te envio abrazos con afecto.
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